El último adiós del Boom
Periodista y escritora. Es autora de los libros "Señoritas en toma" y "Educación superior".
Con Mario Vargas Llosa muere una generación literaria, es decir, una concepción de la vida, su tiempo y los modos del lenguaje plasmada a través de las letras, con que se dio forma a un espacio prácticamente desconocido para el hemisferio norte entre los años 60 y 70.
En ese escenario afloraron voces, saltos de teclado, más bien, que contaron la pobreza del hemisferio sur ahora asolada por una realidad turbulenta, marcada por la violencia. Los cuadernos y las máquinas de escribir, entonces, se convirtieron en el globo aerostático para escapar. De ahí, de rincones usurpados a las salas de redacción de los diarios irrumpió un producto de exportación más valioso que las bananas: las mujeres que suben al cielo envueltas en sábanas.
Esa escena de "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez, con Remedios Buendía como protagonista, es probablemente la más recordada en el Viejo Mundo, junto a las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. Luego, quizás, aparecen las tropas del Ejército peruano en la selva del Amazonas esperando a "las visitadoras", gracias a la gestión de Pantaleón Pantoja, un militar de buen corazón que sólo quiere mejorar la calidad de vida de su familia y por eso accede a gestionar la "alegría" de sus pares en misiones tan largas.
Pantoja es inocente, cae en jugarretas de sus camaradas y del alto mando, las prostitutas lo quieren, su esposa y suegra no saben qué es lo que hace. La adaptación cinematográfica del texto publicado por Vargas Llosa en 1973 es tal vez la mejor lograda de esta corriente literaria, aunque, por su contenido, relegada a transmisiones de madrugada en televisión, aunque siempre exitosas.
El autor cuenta 37 años cuando publica la novela "Pantaleón y las visitadoras". Ya es una celebridad: ha ganado premios tanto en su Perú natal, como en Europa, aunque, sobre todo, el odio de los uniformados de su país obtenido una década antes con "La ciudad y los perros", cuyos ejemplares fueron quemados en el patio del Colegio Militar Leoncio Prado (CMLP), en Lima, desatando así una campaña publicitaria insospechada.
Hoy, al abrir la web del recinto educacional, se lee "alto el pensamiento". Frase abierta a interpretación que podría bien haber puesta en boca de los adolescentes creados por Vargas Llosa que, entre formaciones militares, bromas y el juego de comenzar a ser adultos muestran los códigos de la corrupción y diversos tipos de abusos, incluidos a animales, entre los latinoamericanos menos favorecidos del siglo pasado.
El colegio emitió unas condolencias que la familia Vargas Llosa no compartió en sus redes sociales: "Siempre reconoció en el CMLP la base fundamental de su formación, y su permanencia en esta institución educativa le inspiró a la realización de su primera novela 'La ciudad y los perros'. (...) La institución que lo formó, y que él supo honrar con su pluma, su ética y su voz, expresa su más hondo pesar por su partida", un egresado "ejemplo eterno de grandeza y compromiso".
"Solo quedarán
los recuerdos"
El autor español Javier Cercas ("Soldados de Salamina") escribió en El País que "pocos se acuerdan hoy de lo que ocurría en la Francia de Flaubert y Víctor Hugo, y mucho menos de quienes la gobernaban, pero todos seguimos leyendo 'Madame Bovary' y 'Los miserables': pocos se acordarán en un futuro próximo de lo que está ocurriendo ahora mismo en Latinoamérica o España", solo quedarán los relatos de voces como García Márquez y Vargas Llosa para recordar cómo esta parte del mundo vivió años de profunda oscuridad, buscó la luz y recuperó la democracia.
En esa línea, el escritor peruano, a su vez, fue muy chileno, con la frase "esa pregunta yo no te la acepto" en un seminario en Santiago con Axel Kaiser ("El libro de Asgalard"), cuando a una afirmación de este el escritor limeño respondió rotundo. "Todas las dictaduras son malas", afirmó Vargas Llosa frente a un aplauso cerrado. El autor, pese a su opción liberal durante los últimos años de su vida, quizás nunca olvidó el pulso que lo llevó, además de los libros citados, a escribir "La historia de Mayta", una versión cándida y queer de la guerrilla peruana.
Los diálogos por la sierra, en el bar Catedral o calles angostas a fines de siglo, en un ya no tan Nuevo Mundo, comienzan a ser reemplazados por autopistas, antenas de televisión por cable y piscinas con olor a cloro, agua ultrapurificada, ya sin riesgo de cólera que baña las páginas de la antología "McOndo", coordinada por Alberto Fuguet ("Mala onda") y Sergio Gómez ("Quique Hache, detective").
Con los campanazos de lo inevitable, Fuguet hace unos días escribió en Instagram: "Un autor enorme. Freak, intenso, raro, dañado, obsesivo y clave. Junto con Puig, al que nunca entendió, pilares claves míos y de la literatura latinoamericana. Más pop de lo que él creía", porque en una entrevista dijo al chileno que "tenía algo de razón con 'McOndo'". Ahí "quise hacer un libro de conversaciones y me dijo no: Conversación en el Pizza Hut".
Ese vínculo literario entre Vargas Llosa y Puig también fue explorado años antes por José Donoso ("El obsceno pájaro de la noche") en "Historia personal del boom", ensayo de 1987 con que el chileno narró su vida, siempre en los márgenes, del realismo mágico. "El boom se debe más que nada a aquellos que se han dedicado a negarlo. El boom, real o ficticio, valioso o negligible, pero sobre todo confundido con ese inverosímil carnaval que le han anexado, es una creación de la histeria, de la envidia y de la paranoia", dice en las primeras páginas.
Más entretenido es lo que Donoso agrega en sus diarios, sin tanta mediación editorial y para ser publicado en forma póstuma: sobre "Vargas, tengo una curiosa sensación de que 'no lo respeto como ser humano'. No me gusta. Su pretendido 'oficialismo', embajador del boom ante el boom, su falta total de imaginación, su falta total de libertad, su no entregarse a nada emocionalmente, su no descubrirse, la perfección de sus posiciones, su falta total de humanidad. Puede tenerla para 'comprender' a otros, ciertamente no la tiene en su relación propia con nadie que yo conozca".
Días, páginas más adelante, el también autor de "Casa de campo" relata intimidades del nobel peruano, que en 1974 se separa por un tiempo de su prima y segunda esposa, Patricia. A Donoso, en 1976, lo llama por teléfono otro chileno, Jorge Edwards ("El inútil de la familia"), "para dar la noticia y chafardear sobre el pugilato García Márquez-Vargas Llosa en México. Terrible. Inexplicable. ¿Cómo puede ser tan grande el odio? ¿Después de haberse querido y admirado tanto? ¿Y Patricia? ¿No es la mujercita latinoamericana y sumisa y se acostó con el Gabo? ¿Qué diablos pasa? De alguna manera esto termina definitivamente el boom".