Orwell saluda a Elon Musk desde "1984"
Hace 75 años el escritor y periodista George Orwell dejó este mundo, no sin antes embarcarse en una distopía que a muchos les parece cada vez más real.
Valeria Barahona / Agencias - Medios Regionales
Con el primer juramento presidencial de Donald Trump, en enero de 2017, solo en Estados Unidos se reimprimieron aquel mes 75.000 copias de "1984", novela publicada en 1949 por el periodista británico nacido en India George Orwell, quien falleció el 21 de enero de 1950. Casi 75 años después, este lunes 20 de enero Donald Trump juró por segunda vez en el Capitolio. "Vemos '1984' como el texto, la Biblia que la gente lleva bajo el brazo que les recuerda cómo se abusa del poder", dijo a la agencia de noticias EFE el albacea del autor, Bill Hamilton.
La historia editada tras la Segunda Guerra Mundial comienza en 1984 cuando Winston Smith, un funcionario estatal, se propone escribir en una cuaderno de "papel, suave y cremoso, un poco amarillento por el paso del tiempo, por lo menos hacía 40 años que no se fabricaba. (...) Lo había visto en el escaparate de un establecimiento de compraventa en un barrio miserable", donde en el "instante en que lo vio, sintió un irreprimible deseo de poseerlo. Los miembros del Partido no deben entrar en tiendas corrientes".
Winston anota la fecha y queda "absolutamente desconcertado" porque "no sabía con certeza si aquel era, de verdad, el año 1984. Desde luego, la fecha debía ser aquella muy aproximadamente, porque había nacido en 1944 o 1945". Sin embargo, estas reflexiones sobre la materialidad y el tiempo quedan relegadas a la décima página, cuando Orwell ya introduce al lector en las Casas de la Victoria y le dio de beber ginebra de la victoria para hablar neolengua, bajo carteles que dicen "el Gran Hermano te vigila".
El profesor emérito de la Universidad Goldsmith de Londres, Tim Crook, destaca de "1984" que "la perversión y corrupción del lenguaje puede controlar sutilmente y, a través de un sesgo inconsciente, cambiar la forma de expresarse, lo que realmente se quiere decir".
Por ejemplo, el protagonista explica que en cuatro ministerios se divide todo el sistema gubernamental: "El Ministerio de la Verdad, dedicado a las noticias, espectáculos, educación y las bellas artes. El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. El Ministerio del Amor, encargado de mantener la ley y el orden. Y el Ministerio de la Abundancia, al que correspondían los asuntos económicos. Sus nombres en neolengua: Miniver, Minipax, Minimor y Minindantia".
Durante la ceremonia de ascenso de Trump, no solo él concentró la atención, sino que el que junto a sus hijos estuvieran ubicados los magnates tecnológicos Jeff Bezos, dueño de Amazon; Mark Zuckerberg, de Meta, conglomerado que reúne a WhatsApp, Instagram y Facebook, entre otras herramientas; junto a Elon Musk, creador de Tesla y SpaceX, además de dueño de X, quien celebró cuando el nuevo mandatario dijo que una de sus metas es "plantar" la bandera de Estados Unidos en Marte, ya que el año pasado anunció su proyecto para "colonizar" el planeta rojo. Bezos tiene los libros, Zuckerberg las emociones y Musk las nuevas formas de transporte y una red social cuestionada por su algoritmo que exacerbaría ideas e incluso incitaciones al odio.
Además de convencer al Presidente sobre esto, luego del aporte de US$200 millones a la campaña, Musk recientemente como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental, cuya abreviatura ahora es "Doge", en referencia a "Dogecoin", a la que el dueño de Tesla ha llamado "la criptomoneda del pueblo".
Tras firmar su nuevo contrato, el empresario se tocó fuertemente el corazón con la mano derecha y estiró el brazo hacia la audiencia, gesto que algunos leyeron como un saludo nazi, en tanto que otros explicaron que representa la entrega del corazón a la ciudadanía en el servicio público.
un "profeta"
"Algunos (a Orwell) le consideran un profeta", señaló Crook, ya que el escritor llamado realmente Eric Blair fue "brillante en su capacidad de analizar el poder del lenguaje y su distorsión, con el fin de proyectarlo hacia el poder y distorsionar la comprensión de la gente", agrega Hamilton, ya que el autor recorrió el amplio espectro social británico desde sus estudios en el Eton College, al que asistió el Príncipe Guillermo y el expremier Boris Johnson, entre decenas de otros aristócratas y mandatarios, se convirtió en socialista y acudió a la Guerra Civil española (1936-1939) en el bloque republicano, donde recibió un "disparo del enemigo, pero fue su propio bando quien casi le asesina, reforzando su odio a cualquier tipo de totalitarismo y su lenguaje abusivo", explica Hamilton.
A raíz de ese episodio, Orwell escribió "Homenaje a Cataluña" (1938) y "Rebelión en la granja" (1945), relatos que antecedieron a "1984", su obra más recordada y superventas durante el primer mandato de Trump (2017-2021) "porque nos recuerda que no existen hechos alternativos. Hay verdad y falsedad. Claridad y mentiras", destaca Hamilton. El texto, añade, "donde sea que hubiera una gran crisis política (...) siempre se ha publicado a gran escala".
No obstante, Hamilton y Crook eligen "Rebelión en la granja" como su obra favorita: una parábola para niños y adultos sobre cómo se echa a perder una revolución, "las mentiras y maldades del totalitarismo, la corrupción del socialismo", describe el académico. Un ejercicio de antropomorfismo donde "los cerdos querían leche y manzanas. La revolución no es tan divertida comiendo solo hierba y paja. Los humanos somos iguales".
El trabajo literario de Orwell, 75 años después de su muerte, sigue despertando reinterpretaciones, como "Julia: una nueva versión de 1984" la perspectiva femenina de la coprotagonista de la distopía, escrita por Sandra Newman y aprobada por los herederos del escritor, aunque Crook especula que "si estuviera vivo hoy, y fuera por ahí dando charlas, no tendría plataforma alguna, (...) lo habrían cancelado en muchos entornos universitarios contemporáneos por su crítica y análisis", ya que el autor sostenía que "si la libertad significa algo, es decirle a la gente lo que no quiere oír", como reza su estatua en la BBC en Londres, canal de televisión estatal para el que trabajó entre 1941 y 1943.
El docente universitario destacó que hoy "cualquiera que desafíe tu ideología, forma de pensar o te haga querer pensar en otra cosa, te está dañando emocionalmente de alguna manera".
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