El impacto indeleble que causaron pruebas nucleares en Islas Marshall
La Organización de las Naciones Unidas denunció esta semana los efectos en los derechos humanos de los 67 ensayos hace 78 años y pidió castigos.
EFE - Medios Regionales
Las pruebas de armas nucleares que Estados Unidos llevó a cabo en las Islas Marshall tras la II Guerra Mundial (1939-1945), entre ellas las del célebre atolón Bikini, tuvieron graves impactos en los derechos humanos de su población y sus responsables deben rendir cuentas, afirmó la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos.
La cuestión fue llevada a debate en la actual sesión del Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, donde la alta comisionada adjunta de la oficina, Nada Al-Nashif, recordó el viernes el impacto que estas pruebas tuvieron en forma de problemas de salud, desplazamiento de pueblos nativos y erosión de modos de vida tradicionales.
"Nuestra oficina ha recibido terribles testimonios del impacto pasado y presente de estas pruebas nucleares, historias de exposición a la radiación, de proliferación de casos de cáncer, abortos y partos prematuros", denunció la número dos de la institución que ha conducido una investigación del caso en cooperación con el Gobierno de las Islas Marshall.
Al-Nashif también recordó los casos de lo que la población natal denominó "bebés medusa", niños nacidos con piel traslúcida y sin huesos, posiblemente por la exposición a la radiación de sus madres durante el embarazo.
Durante un año de pesquisas, la oficina también recogió testimonios de pueblos indígenas que debieron dejar sus hogares en Bikini y otros atolones, "siendo desconectados de sus modos tradicionales de vida".
Muchas de estas comunidades desplazadas comenzaron a conservar los cadáveres de sus seres queridos en tumbas no subterráneas, con el fin de poder llevarlos un día a sus tierras originales, contó la alta comisionada adjunta ante el Consejo de la ONU.
7.000 bombas
Estados Unidos, que administraba esas islas hasta su independencia en 1991, realizó 67 pruebas nucleares en ese territorio entre 1946 y 1958, probando más de una veintena de bombas de hidrógeno y atómicas en el contexto de la carrera armamentística contra la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Las pruebas en las Islas Marshall, recordó Al-Nashif, sumaron un poder explosivo equivalente a más de 7.000 bombas como la que destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945.
"Han pasado 78 años desde el primero de aquellos test nucleares, pero sus consecuencias siguen estando dolorosamente presentes, con comunidades aún desplazadas y radiactividad que todavía contamina la tierra y el mar", denunció Al-Nashif.
"Las lecciones de los test nucleares en las Marshall deben servir para todo el planeta, ya que existen otras zonas, comunidades y países que sufrieron o siguen sufriendo las consecuencias de estas pruebas", concluyó.
En el debate participó la presidenta de la Comisión Nacional Nuclear de las Islas Marshall, Ariana Tibon-Kilma, descendiente de víctimas de estas pruebas, quien contó los horrores sufridos por sus familiares y otros supervivientes de un accidente nuclear ocurrido en 1954, cuando EE. UU. detonó en el archipiélago su mayor bomba de hidrógeno en ese momento, del tipo Bravo.
"Horas después comenzaron a sentir picores y al rascarse la piel se les caía, sentían quemazón en los ojos, fuertes dolores de estómago... sus dedos cambiaron de color y desarrollaron fuertes migrañas, mientras las madres veían como a sus hijos se les caía el pelo y el cuerpo se les llenaba de ampollas", relató.
"Objetos de feria"
Tras ser evacuados de la zona contaminada, se sucedieron los abusos: "Mi familia y el resto de la comunidad fueron desnudados y obligados a estar desnudos en el barco, en el viaje se les roció agua a presión, y sin su consentimiento fueron llevados a un laboratorio médico secreto para examinar los efectos de la radiación".
Durante 40 años fueron auténticas cobayas, relató Tibon-Kilma, quien señaló que incluso sus abuelos fueron llevados a Nueva York con el pretexto de que iban a ser llevados a los mejores hospitales de Estados Unidos "para al final convertirse en objetos de feria en barbacoas y pícnics de científicos".
Tibon-Kilma también recordó el nacimiento de "bebes medusa" de madres afectadas por el accidente nuclear, y como los científicos intentaron convencer a las mujeres de que eran producto de prácticas incestuosas, no de la radiación.
El archipiélago de las Marshall, a medio camino entre Papúa Nueva Guinea y Hawái en el Pacífico, en la región de Micronesia del continente de Oceanía, fue descubierto en el siglo XVI por el explorador español Álvaro de Saavedra y perteneció a Alemania entre 1885 y 1914 y a Japón desde 1920 hasta 1944.
"Han pasado 78 años desde el primero de aquellos test nucleares, pero sus consecuencias siguen estando dolorosamente presentes, con comunidades aún desplazadas y radiactividad que todavía contamina la tierra y el mar".
Al-Nashif, alta comisionada adjunta de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.