Joven innovó y construye muebles con las telas y la ropa en desuso
Al ver que varios rollos que estaban en su casa habían sido infectados por hongos y no se podían utilizar, la valdivia Katherine creó un pegamento que, al mezclarse con lanas, polar yjeans, produce mesas, libreros y estantes. Su pyme se llama Kabertt.
Ignacio Arriagada M. - Medios Regionales
Cuando el destino de una persona está escrito, la vida se encarga de levantar situaciones o crisis o llevar al extremo para consumarlo.
Eso, literalmente, le ocurrió a Katherine Jalabert. Antes de la pandemia por el covid, esta valdiviana experimentó el cansancio en su plenitud: durante el día ejercía como cocinera en restaurantes de la Región de Los Ríos y en las noches estudiaba diseño gráfico. Justo cuando se aproximaba a dejar la carrera, una dificultad familiar la motivó a seguir y, en paralelo, la encaminó a lo que ella denomina como "su gran pasión".
"Mi papá siempre ha trabajado en el rubro inmobiliario y tenía guardado muchos rollos de tela, que son bastante caros. Por la condición húmeda de Valdivia, un hongo se le pegó a las telas y se perdió absolutamente todo (...) Yo no podía creer que todo ese material se iba a perder, y eso me llevó a hacerme dos grandes interrogantes: cómo no se va a poder hacer algo con estas telas y qué puedo hacer para darle un uso", relata.
En las jornadas en que la gastronomía y el estudio le dejaban algunas horas para el ocio, Katherine trataba de idear una forma para darle, paradojalmente, una utilidad a lo que era inutilizable. Un día mientras navegaba por internet dio con un caso exitoso de una empresa europea que hacía revestimiento a base de textiles en desuso. Decidida, tomó la idea y la adaptó a su gusto: con las telas recicladas iba a desarrollar tablas y bloques que unidos darían vida a mobiliario para el hogar.
Sin más que la idea en mente y las intenciones de emprender, esta mujer buscó financiamiento para iniciar su emprendimiento. Lo que vino después la hizo entender que si algo estaba decretado para que sucediera todo se iba a dar.
"Por cosas de la vida, en redes sociales me apareció un posteo que decía que el fondo 'Semilla Inicia para Empresas Lideradas por Mujeres', de Corfo (Corporación de Fomento de la Producción), estaba a dos semanas de terminar su proceso de postulación. Me dije, 'por qué no'... y postulé", comenta.
El periplo
El 18 de agosto de 2022 un correo de Corfo desató la alegría y el llanto de la joven valdiviana. Su proyecto había sido aprobado, con lo que el periplo del emprendedor se iniciaba oficialmente.
"Como yo postulé sin ninguna expectativa, cuando me lo gané no me lo podía creer. Ahora la idea había que ejecutarla y no sabía cómo", reconoce.
Convertir lanas, polar, jeans, poleras y chaquetas recicladas en un mueble parecía algo imposible, y hasta ridículo. Katherine tuvo que pagar el precio para dar con la fórmula. Y no se trataba de algo económico, sino personal, con muchas noches sin dormir, trabajar exhausta y hasta desatarse una crisis de salud mental.
"Al principio utilicé los pegamentos tradicionales, pero por tema de costos no era viable (...) Después de diez meses de prueba y error di con un pegamento eco amigable a base de almidones", precisa.
Tras hallar la fórmula, venía el otro y decisivo desafío, que era unir el pegamento con los textiles. Lo primero fue clasificar cada ropa por tela y color, y retirar los componentes no reciclables, como botones y cierres. Luego, las prendas pasaron por un proceso de trituración. Finalmente, el trapillo resultante fue colocado en un molde, similar a una tabla, y mezclado con el pegamento especial.
"Dimos con tablas o bloques, como se le quiera decir, de 30x40 y de 4 centímetros de grosor. Se trata de piezas modulares, por lo tanto, solo hay que unir. Así resultó el primer mobiliario reciclado", describe.
El camino no terminó ahí, puesto que había que validar y certificar el producto. Tras consultar llegó al laboratorio forestal de la Universidad Austral de Chile (UACh). Allí, las tablas fueron sometidas a diversas pruebas para determinar su resistencia. Los resultados arrojaron que la superficie del mueble podía soportar exactamente seis kilos. Además, por los materiales adicionales, previene la formación de hongos y bacterias.
Posicionarse en el mercado con un producto innovador y con una fórmula desconocida también resultó ser difícil. Varias ferias artesanales y de emprendedores fueron la vitrina para que vecinos y turistas conocieran los productos de Katherine.
"Cuando veían los muebles, la gente no podía creer que eran de un material textil e insistían que eran de plástico. Quedaban atónitos cuando les contaba la historia y el proceso de fabricación", asegura.
Actualmente, los muebles son comercializados a través de redes sociales y en la página web.
Desde su creación, en 2022, este emprendimiento ha revalorizado 250 kilos de textiles en desuso. Gracias a su propuesta de valor con productos sostenibles y nulo impacto social y ambiental, Kabertt se ha ganado el respeto y la admiración por su labor entre sus pares del sur de Chile.
"Con cada uno de los muebles que fabricamos buscamos sembrar una semilla de cambio en la conciencia de la gente y en la intimidad de los hogares", sentencia Katherine.
250 kilos de ropa en desuso ha sido reciclada por esta pyme desde el 2022.