Libro resalta que la técnica del curanto lleva miles de años de práctica en la zona
"Arqueología de Llanquihue y Chiloé" es el nombre de la publicación de académicos y colaboradores de la UACh que recoge el amplio patrimonio en la materia en estas provincias de la región.
"Arqueología de Llanquihue y Chiloé" es el nombre del libro de divulgación científica que acaba de publicarse en la región y que es el resultado del catastro arqueológico efectuado en estas provincias por un equipo de académicos y colaboradores de la Escuela de Arqueología de la Sede Puerto Montt de la Universidad Austral de Chile (UACh).
La obra constata la relación estrecha entre el patrimonio arqueológico de estos territorios y sus habitantes actuales. "El mejor ejemplo de que disponemos son los curantos. Este término huilliche refiere a una forma de cocción de alimentos provenientes del mar y la tierra, en base de piedras calientes, técnica que ya era utilizada por grupos canoeros hace miles de años", mencionó el texto.
En la publicación se relata que el curanto ha sido desde antaño un medio de subsistencia y socialización. En algunas islas del mar interior tales preparaciones refieren a prácticas reiterativas del mariscar colectivo. Según los investigadores, varias familias preferían juntarse y compartir las playas para fortalecer redes de colaboración y cuidado. Al proveer alimentos para guardar y comerciar en ferias, mediante el chaitún, el curanto permitía también adquirir dinero para comprar otros alimentos.
Hasta hoy los cantos rodados o piedras que se usan para este fin son probados antes de ser usadas. Se llama a esto curantear las piedras, lo que permite evaluar si pueden soportar altas temperaturas sin romperse. Cuando una piedra es adecuada, su uso se prolongará por muchos años y cocciones, siendo incluso obsequiadas o prestadas a otros por su valor práctico.
Créditos
En el libro participaron los arqueólogos Simón Urbina, Simón Sierralta, Rafael Labarca, Elisa Calas y Constanza Roa, además del antropólogo Ricardo Álvarez, la historiadora Carolina Maturana, el geógrafo Aldo Farías, el ilustrador científico Mauricio Álvarez y el diseñador infografista Víctor Martínez Mellado.
El doctor Urbina, arqueólogo y académico de la Escuela de Arqueología de la UACh, resaltó que "elementos del pasado mantienen activos los vínculos identitarios con las personas, territorios y tiempos que habitamos. Nos permiten reconocer que otras personas desarrollaron actividades en el pasado similares a como hoy en día las familias usan el borde costero. Esto permite a los habitantes locales reconocer un curanto sepultado profundamente en una pared de conchal milenario, como algo propio. También nos permite dimensionar cómo estas particularidades culturales se trasmiten de un territorio a otro, tal como sucede con los curantos que existentes en diversos puntos de la Patagonia archipelágica".
Según se indicó, el proceso de recopilación de información fue acompañado por una serie de talleres educativos sobre el patrimonio cultural arqueológico del sur austral de Chile. En estas actividades virtuales y presenciales participaron estudiantes, docentes y comunidades escolares de colegios de Chayahué, Ancud, Chacao y Chonchi.
Asimismo, "Arqueología de Llanquihue y Chiloé" abarca desde aquellas familias que arribaron y poblaron sus distintos espacios hace 12.000 años hasta nuestros tiempos, incluyendo migración, colonización y urbanización. Se estructura en cinco capítulos temáticos: los dos primeros describen el contexto que dio origen a este trabajo y la relevancia de preservar y conocer el patrimonio arqueológico en relación con las diversas identidades y memorias. El tercero aborda temáticas sugerentes sobre investigaciones arqueológicas recientes en Llanquihue y Chiloé; del mismo modo que el cuarto y quinto capítulos abordan aspectos significativos para la historia colonial y republicana.
El ilustrador chilote Mauricio Álvarez destacó la experiencia de trabajar en esta obra: "Fue muy interesante, sobre todo bonito, porque significa aportar conocimiento, divulgación de un tema ancestral que se mezcla con estudios científicos de Chiloé".
Sumó el artista que ha graficado diversas investigaciones, incluso apareciendo en revistas como Nature y Science, que el libro "tiene súper buenos mapas, buena información y aporta divulgación hacia escuelas y bibliotecas".
"Esto permite a los habitantes locales reconocer un curanto sepultado profundamente en una pared de conchal milenario, como algo propio. También nos permite dimensionar cómo estas particularidades culturales se trasmiten de un territorio a otro".
Simón Urbina,, arqueólogo.