Crecimiento negativo
Generalmente, la economía se vuelve un tema de discusión cuando hay campañas políticas o cuando el desempeño económico del país es decepcionante. Esto último es lo que está pasando, el crecimiento económico es inexistente y la gente lo está sintiendo. Esto siempre ocurre así, el crecimiento se siente cuando no existe.
Lo natural debiera ser que las personas podamos emprender en lo que creamos conveniente, tener la oportunidad de buscar oportunidades, fallar, tener éxito, en definitiva, de llevar a cabo nuestro plan de vida. Lo que sucede cuando el crecimiento del país es cercano a cero, sobre todo si es de forma persistente, es que la oportunidad de siquiera tratar de emprender no existe. En estos casos el financiamiento está caro, las personas no mejoran su situación laboral porque no hay empresas nuevas, los salarios no crecen y, como si fuera poco, la inflación aún no se normaliza.
Frente a esto el Gobierno parece estar impávido. No hay políticas de inversión y mucho menos un plan de Estado que fije una trayectoria económica para los próximos años, es decir, no hay garantías de nada y esto es vital para pensar en empezar a crecer.
Podríamos decir que el crecimiento se sostiene sobre tres pilares: certeza y seriedad institucional, condiciones favorables para financiarse y regulaciones tributarias simples. La pregunta entonces es ¿qué estamos haciendo al respecto?
Por estos días, pareciera ser que el Banco Central es la única entidad que está dando la pelea por retornar a lo que alguna vez nos hizo sentir orgullosos, ser un ejemplo de estabilidad económica del continente, pero esta batalla no la puede ganar solo. Es necesario que el Gobierno tome en serio el problema que significa perder inversión y tener no crecimiento, de lo contrario, esto se puede convertir en un mal que la gente sienta aún más fuerte y del que nos cueste bastante salir.