El Alzheimer como una enfermedad social
Para el 2050 habrán 2.1 billones de personas mayores de 60 años en el mundo. La reciente conmemoración del Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer, la demencia más frecuente, nos desafía a concientizarnos de una enfermedad cuyos riesgos están ligados al envejecimiento, pero cuyas causas son resultado de factores acumulados durante años. Entre los factores de riesgo se encuentran los genéticos y las comorbilidades, pero también hay factores que no se habían considerado antes como el sexo/género, la historia ocupacional de vida, factores demográficos, geográficos y sociales.
El Alzheimer no parece afectar a todas las personas por igual. El informe de Alzheimer's Association 2023 muestra que las mujeres tienen doble riesgo de sufrir Alzheimer a lo largo de la vida (1 de cada 5 versus 1 de cada 10 hombres). En Estados Unidos, 2/3 de las personas con esta enfermedad son mujeres. En Chile, el 7,7% de las mujeres mayores de 60 años presentan algún grado de deterioro cognitivo versus el 5,5% en los hombres.
En países con bajos ingresos, poca educación y nutrición deficiente, las mujeres tienen mayor incidencia de Alzheimer y experimentan un deterioro cognitivo más rápido y mayor que los hombres. También hay mayor prevalencia en personas adultas de origen hispánico y color cuando se comparan con personas blancas, y un mayor número de adultas(os) con demencia entre minorías sexuales. Una precondición psiquiátrica como depresión, ansiedad u otros trastornos pueden gatillar Alzheimer más severo y adelantar el desarrollo de demencia hasta en 10 años. Recientemente, el confinamiento por la pandemia dejó al descubierto las consecuencias del estrés por aislamiento social que afectó a toda la población, aumentando tasas de ansiedad y depresión. Asimismo, niñas menores de 15 años han manifestado peores efectos en salud mental que niños de la misma edad como consecuencia del aislamiento.
El 75% de las condiciones siquiátricas de personas adultas se originan durante la infancia y el aislamiento social, durante edades tempranas, puede tener efectos emocionales significativos. Cuando la acumulación de eventos de estrés crónico a lo largo de la vida excede la capacidad individual para hacerles frente, el organismo pierde su capacidad de contrarrestar los efectos nocivos y puede generar patologías.