Perdonazo en Viña: Laila Roth bordeó fracaso y se llevó Gaviota
La argentina recibió pifias en distintos puntos de sushow."Perdonen a los que no les gustó, les mando besos...", cerró su rutina. Tras el trofeo, no hubo bis: lección aprendida.
Juan Riquelme Díaz - La Estrella de Valparaíso
Si hay algo que le debemos reconocer a Laila Roth, es la autocrítica. En una noche compleja para la argentina, terminó su rutina tras 39 minutos pidiendo perdón por lo que presentó sobre el escenario. Autocrítica que se extraña en quienes no encuentran el éxito en la Quinta Vergara, pero ciertamente lo vivido anteanoche podría haber sido peor.
Tal vez fue la tribu de Camilo que le perdonó la vida, o la baja temperatura que había en el lugar. Es que aunque hubo pifias en varios momentos de la rutina, la hicieron bordear el precipicio, pero no la hicieron caer.
Nunca se soltó
El inicio de la argentina -que recibió una campaña de apoyo en Twitter durante el día y que tuvo en el anfiteatro a Natalia Valdebenito- fue esperanzador. Hubo interacción con el público y el diálogo permitía ver un futuro mucho mejor que lo que finalmente ocurrió.
En un recurso que ya se hizo habitual, la cámara pinchó al actor Gonzalo Valenzuela, y el Monstruo comenzó a pedir el beso. En el camino, Laila habló de condones para evitar los contagios de tanto beso que el jurado ha entregado, y tras el clamor del público, lo besó.
Y en ese momento, cuando la Quinta lo pasaba bien, pidió un ósculo con otra mujer. Ahí convocó a Juanita Parra y Yamila Reyna, con quien finalmente se besó. Antes de ese momento, había hablado de Benjamín Vicuña; "no hay que mirarlo a los ojos fijo porque te embarazas", había rematado. "Eso es algo que aprendemos en la escuela en Argentina", sumó.
El enredo de Ricky
Pero luego la interacción se transformó en un monólogo que fracasó. Fueron largos minutos de silencio, en donde la argentina se aferró al micrófono con ambas manos y no pudo nunca soltarse. Su rostro solo expresaba preocupación, preguntaba al público, y no había respuesta, y pese al esfuerzo por sumar a su rutina elementos y palabras chilenas, el público no enganchó, pero tampoco la pifió.
Ya con media hora sobre el escenario y tras largos 13 minutos sin muchas risas, comenzaron a salir las primeras pifias. Laila las escuchó, suspiró y el público la aplaudió para ofrecerle una nueva oportunidad. "¿El show les está gustando?", preguntó.
Cuatro minutos más tarde, la rutina llegaría a su final. "Perdonen a los que no les gustó, les mando un beso igual", dijo cuando los animadores llegaron a acompañarla.
Conferencia
En conferencia de prensa, la argentina se mostró feliz por el premio que recibió del público, "me llevo una Gaviota, no sé qué más quiero", confesó. Agregó que sintió el apoyo de la gente, pero reconoció problemas en su rutina. "Empezó a pasar que algunos chistes pensé que entraban mejor y no, cuando las cosas no comienzan a salir bien es difícil encontrarse", apuntó.
Autocrítica, como sobre el escenario, la argentina agradeció el respeto del público, que tuvo un peak de 35,8 puntos a las 23.47 horas. "No me molesta no poder entretenerlos, era mi momento de hacerlo y no lo hice", reveló.
Sobre la chilenización de su rutina, señaló que no abusó del recurso y que buscaba que el público supiera que se había preparado. "Estoy contenta, siento que la de plata me la gané, me siento orgullosa de haberla ganado", cerró tras revelarse que los mismos chistes los contó el jueves en Valparaíso.
Lección aprendida
Y con María Luisa Godoy y Martín Cárcamo sobre el escenario, un sector muy acotado del público comenzó a pedir la Gaviota. Premio de reconocimiento para la comediante, quien -a diferencia de Belén Mora- entendió que extender la rutina habría sido un error. Y así fue que los animadores la despidieron y enviaron a comerciales. Perdonazo y regalo en la Quinta Vergara.