Natividad Espinoza R.
Cuando tomamos una foto o grabamos un video para subirlo a nuestras redes sociales, la mayoría ni siquiera nos preguntamos dónde irá a parar esa información. Y menos incluso si esos datos tendrán un impacto medioambiental.
"Nos dicen que el mundo digital está en la nube, pero no es cierto. El mundo digital tiene implicaciones materiales muy importantes y tiene límites reales. Está lleno de cables que permiten que estemos conectados y también de centros de datos, donde se almacenan nuestros mails, nuestras selfies y nuestros videos de TikTok", explicó la arquitecta Marina Otero.
La profesional española, que actualmente dirige el máster en Diseño Social de la Academia de Diseño de Eindhoven de Rotterdam (Países Bajos), dio una charla en el Congreso Futuro 2023, donde manifestó su preocupación por el futuro del almacenamiento de la información que generamos y consumimos en el mundo digital.
De acuerdo con Otero, actualmente hay 8.000.000 de centros de datos en el mundo y el gran problema de hacer crecer esa cifra, que pronto se va a hacer insuficiente para el creciente volumen de información que manejamos, es el impacto ambiental que aquello implica.
"Los centros de datos trabajan todos los días, las 24 horas del día, para que podamos estar conectados. Usan gran cantidad de energía, necesitan grandes cantidades de agua para climatización, emiten una gran cantidad de CO2 y ocupan un gran espacio", afirmó la experta.
De hecho, "estas construcciones consumen un 3% de la energía a nivel global y son culpables de un 2% de las emisiones de CO2 en el mundo, que es el equivalente a la industria de la aviación", continuó la arquitecta.
En Países Bajos, por ejemplo, Otero contó que se canceló un proyecto de Meta para el centro de datos más grande de Europa, puesto que iba a consumir más energía y agua que la ciudad que tenía al lado. Frente a esto, los habitantes se rebelaron, dijeron no era posible y el gobierno les dio la razón.
Por situaciones como aquella, la Unión Europea estableció un código de conducta para que los centros de datos sean cada vez más eficientes, pero los entendidos, como Otero, piensan que la medida es insuficiente.
Propuestas exóticas
La española ha visitado diversos centros de datos y ha conocido numerosos proyectos de los mismos en los últimos años. Comentó que se ha pensado en muchas formas de hacerlos más eficientes y menos agresivos con el medio ambiente.
"En Singapur se pensó en hacer centros de datos flotantes, ya que así no ocuparían suelo y sería más fácil su climatización. Pero, ¿qué pasa con el paisaje y las especies que habitan ahí? En China se les ocurrió sumergirlos, pero ¿y las especies marinas que están en esos ambientes?", se preguntó Otero.
También comentó que se han hecho experimentos como "usar el calor que generan los centros de datos para hacer crecer lombrices y luego dárselas de comer a los pollos. Así, nosotros generamos calor con nuestros mails, el calor genera lombrices, las lombrices dan de comer a los pollos y los pollos nos dan de comer a nosotros para que sigamos mandando mails y haciendo selfies", rió la charlista, junto con gran parte del público.
Como aquellas, hay varias otras ideas, como ubicar los centros de datos en el espacio. No obstante, Otero y sus alumnos tienen su propia idea: "¿Y si los centros de datos estuvieran en nuestras casas, un modelo descentralizado en que cada uno de tuviera un servidor pequeñito en la ventana y que como barrio tuviéramos la voluntad de mantener, gestionar y cuidar los datos?", propuso.
Marina Otero, arquitecta