El plano secuencia y su vigencia en tres películas
"El castigo" de Matías Bize, "Bardo" de Alejandro González Iñárritu y "El chef" de Philip Barantini se apoyan en un recurso cinematográfico que ya tiene casi un siglo desde su estreno.
Andrés Nazarala R. Medios Regionales
El primer "plano secuencia" de la historia del cine lo hizo Friedrich W. Murnau en "Amanecer" (1927). Dura dos minutos, pero generó alto impacto época porque, básicamente, implicó resolver una secuencia completa sin cortes. Así nació esta técnica de planificación de rodaje que Alfred Hitchcock quiso llevar más allá de lo posible en el año 1948 con "La soga".
Fue otro de sus trucos. En los tiempos del celuloide, no se podía grabar una película de dos horas sin usar varios rollos. El ilusionista más grande del cine escondió los cortes en lugares oscuros de las escenas como, por ejemplo, la chaqueta negra de uno de los personajes.
Con la aparición del cine digital, la utopía de hacer una película entera con plano secuencia se hizo realidad. Un buen ejemplo es "El arca rusa" (2002), de Aleksandr Sokúrov, un paseo de 90 minutos, cargado de personajes y fantasmas, a través del Museo Hermitage de San Petersburgo.
mexicano y chileno
También está la oscarizada "Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)", de Alejandro González Iñárritu, aunque -al igual que Hitchcock- tiene cortes estratégicos. En su última obra, la exuberante "Bardo, falsa crónica de unas cuentas verdades" (estrenada el jueves en Netflix), el director mexicano vuelve a demostrar su gusto por el recurso. Con la intención de ser una suerte de "La dolce vita" del cine mexicano, la película se hunde en sus altas pretensiones y desmesura, pero tiene un par de momentos de asombroso virtuosismo basado en el plano secuencia.
Si el mexicano usa la técnica como lucimiento personal (nadie nunca superará el uso que Orson Welles le dio en el inicio de "Sed de mal", de 1958), dos estrenos recientes le dan un mayor sentido. Una de ellas es "El chef", película independiente británica que aún resiste en algunos cines del país. Un ejercicio en vértigo que sigue al prestigioso chef de un restorán londinense que debe hacer su trabajo en un entorno hostil, en un momento de crisis personal. El director Philip Barantini diseña un hábil trabajo de cámara que, en tiempo real, nos transmite la desesperación del protagonista, sin cortes ni respiro.
Si hablamos de planos secuencia con sentido e inteligencia debemos mencionar "El castigo", del chileno Matías Bize, crónica inquietante y atenta de una pareja en crisis (Néstor Cantillana y una increíble Antonia Zegers) que enfrenta la desaparición de su hijo en medio de un bosque.
El cineasta nacional de 43 años ganador del Goya por "La vida de los peces", que ya ofreció un plano secuencia en su ópera prima "Sábado, una película en tiempo real" (2002), no se limita a generar tensión: sin cortes va desarrollando también el conflicto conyugal y la revelación de distintas facetas de los personajes. La experiencia funciona como un torbellino de emociones y se ve coronado por uno de los finales más memorables del cine chileno reciente. Es el triunfo de una técnica compleja e incombustible.
Desde murnau
El plano secuencia partió con F. W. Murnau en la cinta "Amanecer". La técnica hoy la retomaron con maestría las cintas "El chef" y "El castigo".