Texto... y contexto
¡Vaya si no! ¡Qué! ¿Qué? Si de texto hablamos, de texto hablaremos. Todo es un texto, todo. En tanto tenga apariencia, forma, ya es buen comienzo. ¿Qué falta? El fondo. Todo texto ha de tener forma y fondo. Y ya.
Que todo es un texto, ¡sí! La denominación no solo está referida a aquel discurso construido, elaborado con sapiencia, probo, inmaculado, perfecto. Y, ninguno lo es. Todo es perfectible, superable, nada es libre de falta o mancha.
Un texto, ya lo he afirmado, basta que tenga una apariencia o forma, que lo podamos notar, ver, imitar, escuchar, leer,.. y con esa apariencia, la primera parte está cumplida. La apariencia física puede ser monumental o ínfima, minúscula, difícil de apreciar. ¿Qué falta? El fondo. Este es inasible, incorpóreo, abstracto, no obstante, le da sentido al texto. El fondo es el significado, el contenido.
En un texto, la forma, lo visible, lo corpóreo, es lo menos problemático en él. Todos coincidiremos en la apreciación de la forma, con toda probabilidad; es, en el fondo, donde asoman, sí, nuestras diferencias. Pues el contenido, generado por alguien, que a lo mejor conocemos, quizás no, fue creado, codificado por una persona diferente a nosotros, y su conocimiento, que le es propio, no nos pertenece, es físicamente intransferible tal cual a otro. Lo que hace el hablante, el escritor, el creador, es proponer un texto, presentar una idea y darle una apariencia.
Ahí está el texto. Lo escuchamos, lo leemos, lo observamos, lo interpretamos, todo ello en cuanto somos los receptores de esa propuesta textual. Y podemos ser uno, dos, tres,… cientos, miles, millones de receptores, todos y cada uno, un individuo, una persona, un ente diferente, diferente, no se duda. Quien creó el texto, quien lo codificó es una persona, quien lo recepcionó, otra. Cada una, uno y otro, tienen, tenemos experiencias de vida distintas, orígenes, formación, sentimientos, sueños, aspiraciones, metas, diversas, sino contrarias u opuestas.
Ergo, el texto codificado, el emitido, y el texto aprehendido, el recibido, no es el mismo; solo la forma es la misma, pero no su significado, su contenido, pues es decodificado, interpretado de manera diferente, y ello es legítimo, súper legítimo. No puede ser pretensión que dos piensen, sientan, interpreten, comprendan, perciban de un mismo y único modo.
El contexto. Es el medio físico, social, afectivo, cultural, político, histórico que circunscribe la construcción de un texto o la lectura de él.
El texto es uno. Los intérpretes, millones.