Postnatal Masculino: un aporte al vínculo familiar
Uno de los problemas que a pesar de su gravedad y urgencia aún no logra ocupar la atención del estado y de las autoridades es el de la violencia que sufren las mujeres en sus distintas manifestaciones (física, sexual, psicológica o económica). Hemos normalizado la expresión más dura de la discriminación de género y en ello los hombres no nos hemos involucrado en hacer de este problema uno nuestro.
Al mes de septiembre de este año ya suman 37 las mujeres que han sido asesinadas a nivel nacional por sus parejas o ex parejas y durante el 2020 fueron más de 22 mil llamadas las que recibió el Fono Familiar de Carabineros, lo cual significó un aumento del 97% respecto al año 2019 y un peak histórico en a lo menos cinco años. Nueve han sido los femicidios frustrados y uno consumado en la región de Los Lagos este año. Lamentablemente esto no es excepcional. Según todas las estadísticas, una de cada 3 mujeres en Chile ha sido o es víctima de violencia ejercida por parte de su pareja, pololo o ex pareja. Estas cifras demuestran claramente que es un problema que hay que visibilizar, ingresarlo a la agenda pública y brindarle propuestas efectivas y de largo plazo que contribuyan a disminuir el número de casos, perseguir penalmente a los agresores y finalmente brindar apoyo a las víctimas; que les permita romper el círculo de la violencia y retomar su vida con autonomía económica.
En primer lugar se requiere la aprobación de una Ley Integral que se haga cargo - entre otros aspectos - de las causas y de las consecuencias de cada una de estas violencias, pero también de la disponibilidad de servicios sociales que permitan dar autonomía económica a las víctimas; muchas veces la dependencia de ingresos con el agresor es lo que las mantienen en este círculo de la violencia.
Y el Estado allí debe estar presente, en brindar subsidios de vivienda para quienes sufren violencia por parte de sus parejas y/o ex parejas, pero también se requiere apoyo económico para quienes tengan insuficientes recursos económicos y dificultades especiales para obtener un empleo. Tenemos el diagnóstico de este grave problema; también sabemos cómo abordarlo, pero falta la voluntad política para que ayudemos a las mujeres a romper el círculo de la violencia.