columna de opinión
¿Eres feliz?
¡Hum! ¿Curiosa pregunta? Aunque la verdad sea dicha no ha de ser tan curiosa. Debería ser o estar más normalizada en nuestra conducta o en nuestro comportamiento social, en el de todos, y cotidianamente.
¿Eres feliz? Es una pregunta que se soslaya, se evita, se asume también. La felicidad se quiere, se ansía, se conquista, se instala. ¿Y cómo? Paso a paso, hito tras hito, es una escala sin fin. Es natural quererla, mas no tan fácil conseguirla, o más bien sostenerla. Hay quiebres, hay instantes. Y no tan solo tiene que ver con el otro, con el tú, con el prójimo.
¿Eres feliz? Su respuesta no está solo en la frontera, en nuestros límites o más allá. Está principalmente en nuestro interior, en nuestra propia forma de ser, y sí en nuestra manera de ver o interpretar el exterior. Y no se trata de justificarla en nuestra relación con el tú, sino también con el ello. La felicidad se equilibra con lo natural, lo material, lo inmaterial, con lo humano, con lo animal…
La felicidad, al parecer, no llega sola, hay que buscarla, hay que salir a su encuentro. Es cuestión de propósito, de reflexión, de análisis, de cambios, de buena y natural disposición.
La felicidad. ¿Dónde hallarla, dónde buscarla? ¿Cómo? ¿Haciendo qué? No hay que buscar lejos ni siquiera en otro continente, ni en una isla, menos en un resort. Está cerca, muy cerca, en nuestro día a día. En nuestro interior, ni más ni menos.
Ser feliz, entonces, tiene que ver con nuestros intereses, nuestras inquietudes, nuestros sueños, sí, los propios, no los de otro, no los de otros. Si ansiamos insistentemente en los logros de otros, estamos más cerca de la infelicidad.
El quid, el meollo es seguir nuestros sueños, los de cada día, lo que está próximo en el tiempo y en el espacio, así iremos construyendo espacios de felicidad, y poco a poco seremos felices.
"valorar, no ansiar"
¿Qué, cómo podríamos hacer? Estar junto a la familia cuánto más sea posible, tanto físicamente, social, como afectivamente. Valorar lo que tenemos, no ansiar desesperadamente lo que no tenemos. Perseverar en el aprender, siempre aprender algo más. Lo que hagamos, hacerlo bien, hacerlo mejor, siempre. Dar las gracias, ser agradecidos de todo y de todos. Valorar, apreciar quiénes somos y cómo somos, ni más. Dar, dar siempre, aun sea un vaso de agua, un saludo. Cree y crea. Es de gran valor creer en nosotros mismos y en los demás, así todo facilita el crear, que broten o nazcan nuevas ideas. Querer la vida, tanto la de los buenos como la de los momentos malos. C'est la vie! ¡Así es la vida! No quedarse indefinidamente en el pasado ni afanarse en exceso en el futuro, vivir el presente a concho, no más. Darse ánimo. ¡Vamos que se puede! No aislarse, ir al encuentro con el tú. Amar, siempre amar. ¡Amen!
Y… podríamos seguir en docenas y docenas de sugerencias.
¿Lo han notado? ¿Se han dado cuenta de algo? Para conseguir este especial estado de ánimo casi no hemos tenido que recurrir a lo metálico, a una gift card, a la tarjeta de débito, menos a la de crédito. Todo, todo, casi todo está en nosotros.
En buena parte de mi tiempo de docencia he procurado crear en el ambiente o entorno de aula real y virtual, como en el último tiempo, un clima grato, de cordialidad, sino de felicidad, que vaya y venga, desde el saludo de entrada, en todas las interrelaciones propias del canon académico, en la salutación de despedida, y a posteriori, valiéndonos de toda circunstancia de encuentro, consulta, consejo, ayuda, asesoría, patrocinio. Soy un convencido de que un ambiente tranquilo y de felicidad en el aula favorece de modo increíble el aprendizaje.
"¿Eres feliz? Su respuesta no está solo en la frontera, en nuestros límites o más allá. Está principalmente en nuestro interior, en nuestra propia forma de ser, y sí en nuestra manera de ver o interpretar el exterior. Y no se trata de justificarla en nuestra relación con el tú, sino también con el ello. La felicidad se equilibra con lo natural, lo material, lo inmaterial, con lo humano, con lo animal… ¿Eres feliz? Su respuesta no está solo en la frontera, en nuestros límites o más allá. Está principalmente en nuestro interior".
Raúl Caamaño Matamala,, profesor de la Universidad Católica de Temuco