Preocupante abstención en elección de gobernadores regionales
El domingo 13 de junio se realizó la segunda vuelta de la elección de los gobernadores regionales. En Los Lagos resultó electo el candidato democratacristiano y representante de la Unidad Constituyente, Patricio Vallespín López, con el 65% de los votos.
Si bien fue un triunfo categórico, no nos puede ser indiferente el alto nivel de abstención que caracterizó la jornada.
El promedio nacional de electores que concurrieron a las urnas en las trece regiones donde hubo segunda vuelta fue de 19,62% del padrón, mientras que en nuestra región el número de electores que concurrieron a votar fue inferior al 15% del padrón.
Si bien la baja participación electoral se produce en todos los grupos etarios, la baja más importante, una vez más, se dio en los más jóvenes.
Lo anterior provocó que inmediatamente se activara la idea de volver al voto obligatorio, idea con la que estoy completamente de acuerdo. Sin embargo, me llama la atención que tuviésemos que esperar tanto tiempo para ello, como si la abstención electoral en nuestro país fuera un problema reciente, en circunstancias que la participación electoral viene en descenso de manera sostenida desde 1990 y lo único diferente en los comicios del 13 de junio último es que se produjo un récord de abstención.
¿Qué motivó a nuestros políticos (parlamentarios) a tomar decisiones que impactaron negativamente en la participación, limitando el ejercicio de la soberanía popular, contribuyendo de esta forma a debilitar fuertemente nuestro sistema democrático?
Fue en el primer Gobierno de la presidenta Bachelet que se patrocinó un proyecto de ley que permitió que se estableciera un sistema de inscripción automática y voto voluntario.
Hoy, casi 10 años más tarde y tras varias elecciones, observamos una abrupta caída en la participación electoral. Presidentes elegidos con concurrencia de electores inferior al 50% del total del padrón electoral y que, al obtener el 50% de los votos, en la práctica representa no más del 30% del total de los ciudadanos con derecho a voto, como fue el caso de la última elección en que resultó electo Sebastián Piñera, con el 26,4% del padrón electoral.
¿Nuestros legisladores de la época no previeron que con un sistema de votación voluntaria se reduciría la participación ciudadana?
Carlos Huneeus, durante el proceso de discusión de la ley, señaló en la Comisión de Constitución del Senado que el voto voluntario no solo reduciría la participación, también produciría una desigualdad brutal, ya que las personas más interesadas en política, que al mismo tiempo tienen mayor nivel de educación, serían las que concurrirían a votar.
Agregaba que con el sistema de votación voluntario se incentivaría el "acarreo", lo que dejaba en mejor pie para ser electos a aquellos candidatos que dispusieran de mayores recursos económicos; lo que claramente constituiría una desigualdad en el acceso a los cargos de representación.
Como consecuencia, el voto tendería a "elitizarse" del momento en que los sectores socioeconómicos más altos acudirían con mayor intensidad a votar.
Lo anterior, abre otra arista que dice relación con la capacidad de la ciudadanía de incidir en la toma de decisiones.
Este es el problema que hoy enfrenta nuestro sistema democrático. Un progresivo distanciamiento de la ciudadanía con el sistema político y que se expresa en crecientes niveles de insatisfacción y desconfianza hacia los partidos políticos y hacia una clase política cada vez más distante de los verdaderos problemas de las personas, clase política que goza de privilegios de los que no está dispuesta a desprenderse.
Hoy, la política está siendo controlada por una élite que se resiste a ceder poder; por eso somos muchos los que ponemos nuestra esperanza en que la nueva Constitución establezca mecanismos de participación vinculantes, como expresión de democracia directa, tales como plebiscitos e iniciativas populares de ley.
Si bien no deben ser vistos como una solución infalible a los problemas de democracia representativa que tiene hoy nuestro país, podrían contribuir a hacer frente a la crisis que enfrenta nuestro sistema político.
Recién ahí aquella frase que dice que la democracia es el Gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, dejará de ser letra muerta.
"La baja participación electoral más importante, una vez más, se dio en los más jóvenes".
Cozut Vásquez González, investigador asociado del Centro de Estudios del Desarrollo (CED)