"Esta pandemia ha sido un test familiar de humanidad espiritual"
El médico participó recientemente en el seminario "Aprendizaje Socioemocional en tiempos de pandemia" de la plataformaonlinedel Ministerio de Educación. Aquí profundiza sus ideas sobre este tiempo y el que viene.
Andrea Lagos Gómez - Medios Regionales
Sergio Canals es uno de los siquiatras especializados en la salud mental de niños y jóvenes más prestigiosos de Chile. Ha escrito varios libros, entre ellos "El poder de la caricia" (2001) y "Si todo es bullying, nada es bullying" (2010). Durante 35 años -además- ha hecho clases en distintas universidades y se ha especializado en teología y filosofía. Hoy, desde casa, observa el país y proyecta un futuro distinto para la humanidad.
-Perdimos libertad, la recuperamos en parte. ¿Cómo tendría que ser "sicológicamente" una postpandemia?
-Es interesante hablar de la libertad. Es evidente que en estas situaciones de excepción se han restringido libertades que hoy se consideran esenciales, como la del libre tráfico por la ciudad a la hora que uno estime, la libertad de trabajo y otras. Pero la libertad espiritual no se puede restringir.
-¿Cómo así?
-Las restricciones de movilidad han obligado a un mayor ocio creativo y actividades que generan la posibilidad de volcarse hacia el mundo interior espiritual para reflexionar sobre las vivencias amorosas, solidarias y bondadosas con los que yo quiero. También sobre la presencia de los otros, los más débiles y el prójimo que sufre.
-¿Para qué ha servido todo esto?
-Esta pandemia ha sido un test familiar de humanidad espiritual amorosa, para el mundo en general y para nosotros diariamente. Es una oportunidad extraordinaria para un cambio humanizador fruto de una revisión personal y general, donde los otros, las otras personas, las que amo (y no amo), puedan también ser vistas a través del resplandor ético amoroso de la fragilidad y la diferencia en su dignidad absoluta.
-¿Cómo cree que se leerá este tiempo en el futuro. ¿Nos marcará? ¿De qué forma?
-Respecto al futuro, quizás se podrá hablar de profundos cambios acelerados, socioculturales, tecnológicos, políticos y económicos. De la emergencia de un hombre y una civilización postpandémica. Después de las necesarias crisis catastróficas se producen profundos cambios cualitativos en todos los ámbitos. Aparece lo nuevo. Los cambios en estos períodos son necesarios para la estabilidad a largo plazo. Será importante cómo cada persona incorpore en su relato personal el sentido que le dio a la pandemia. Estos períodos resignifican el "yo autobiográfico".
-¿Qué deberíamos aprender, finalmente?
-El aprendizaje ojalá sea ético-espiritual-cultural, en primer lugar; y luego social, político y económico, ya que se hicieron dolorosamente patentes las realidades que desgarran la humanidad.
-¿Como cuáles?
-La pobreza y las violentas desigualdades deshumanizadoras y des-personalizadoras. En Chile, mueren por la pandemia tres veces más las personas de la tercera edad entre pobres y vulnerables (40% y más de la población) que en las clases acomodadas.
-En ese sentido ¿qué ética nos hace falta?
-Una ética de la acogida y responsabilidad en la diferencia con tres "imperativos" en un marco de dignidad: justicia, bondad y caridad. Cito a Levinas: "Todos somos responsables de todos, de todo, ante todos, pero yo soy el primer responsable". Antes que yo, siempre está quien amo, el más débil y el que sufre.
hombre-máquina
-¿Qué ha visto en sus pacientes niños, en el último tiempo?
-Sintomatología ansiosa y angustiosa asociadas al estrés y agudización de síntomas de patologías existentes. En general los motivos de consulta han sido, en los niños, comportamientos demandantes de afectos y cuidados regresivos; irritabilidad, descontrol conductual y emocional, especialmente en niños impulsivos. También he visto desmotivación y desconcentración frente a las nuevas exigencias educacionales a distancia, mayor uso de pantallas y alteraciones del sueño.
-¿Y en adolescentes?
-Descompensaciones angustiosas, depresivas y conductuales junto a algunas crisis de consumo de alcohol, abuso de marihuana, agravados por alteración de ciclos de sueño y/o no respeto de normas sanitarias.
-¿Cómo se les ayuda?
-Dándole sentido a esta realidad reflexiva, emocional y ética con la familia, aprovechando las nuevas oportunidades cotidianas en encuentros amorosos empáticos y asertivos, escuchando, comprendiendo, acogiendo y guiando. Los rituales familiares debiesen ser cotidianos: comidas, ejercicios, entretención, juegos, creatividad y espiritualidad compartida y en soledad.
-¿Qué se pierde y qué se gana con una vida "virtual"?
-A lo virtual digital y las pantallas, la nueva generación "Z", nació y es -en parte- digital y no digital. Hoy se habla de subjetivación virtual. Ellos y ellas son parte de las redes digitales desde pequeños. Pertenecen a la humanidad "antropo-maquínica", una mezcla híbrida del espíritu de la máquina y el espíritu humano. Han crecido y crecen frente y con las máquinas y pantallas. El cerebro-mente está capacitado perfectamente para coadaptarse con esta realidad "aumentada" a esta nueva humanidad también aumentada.
-¿Cuánta pantalla es el límite?
-Solo se recomienda su no uso en los primeros dos a tres años, y luego limitar a dos horas diarias. Después de los siete años, no más de tres horas diarias privilegiando actividades fuera de las pantallas. Recordemos que el celular es una máquina pantalla y que existe la posibilidad de adicción a los videojuegos.
-¿Qué lección de "salud sicosocial" marcaría a fuego en estos meses?
-La gran enseñanza tiene que ver con aceptar la presencia de una realidad en movimiento llena de riesgos. El riesgo y la incertidumbre van a ser nuestros compañeros permanentes, lo que nos obliga a aprender a vivir así.
-¿Qué debemos aceptar?
-Nuestra finitud y fragilidad humana junto a la necesidad de amar, amarse, ser amados y enseñar a ser amados.