Marcelo Macellari C. - La Estrella de Concepción
"Noches en Viña del Mar/ Nadie puede detenerme/ soy un dios/ Desplante/ Camina en la alfombra elegante/ red carpet". Las estrofas corresponden a la irónica letra de "Perdido en Viña del Mar", el tercer single del próximo disco de Pedropiedra, que coquetea con el reguetón y los ritmos urbanos de moda.
Un tema que el músico, quien ha estado en tres ocasiones en el Festival de Viña (como parte del show de "31 Minutos" y acompañando a Jorge González y Gepe), dice que "está basado en una historia ficticia, que ocurre en una ciudad real. La canción es como el carrete soñado que termina mal, en un ambiente hedonista, donde las vanidades de todo tipo afloran sin temor a ser juzgadas".
Tras lo sencillos "Amar en silencio" e "Hipnotizada" (con Álvaro Henríquez), este tercer single de "Aló!!", que saldrá en noviembre, marca el estilo que Pedropiedra le quiere imprimir a su quinto álbum de estudio, producido por Cristian Heyne: "Un disco que sea bailable, entretenido y compartible".
-La canción "Perdido en Viña del Mar" es ficción, ¿pero tiene algún anclaje en la realidad?
-Lo más real que tiene yo creo que es mirar la vanidad de otros desde afuera, con un poco de envidia. Siento que hay un paralelo con "Brigada de negros" de Los Prisioneros, que critica una cosa, pero de alguna manera quiere pertenecer. Creo que lo que mejor resume el espíritu de la canción es esa imagen en el Festival de Viña de la primera fila de palco con gente bailando feliz a la cámara. Por ahí va la cosa.
-¿Has estado en la alfombra roja del Festival de Viña?
-No, pero estuve en la de los premios Pulsar. Y cuando me tocaba pasar, llegó Princesa Alba y todos los flashes fueron para ella. Pero eso me alivió bastante, porque la verdad es que me da pudor esa parte del juego. Los que la saben aprovechar y jugar a su favor, se terminan beneficiando. Tal vez yo debería hacerlo, pero hasta ahora me da vergüenza.
-Ficción o no, la canción es muy irónica y se ríe también de la ciudad. ¿Esa era la intención?
-Sí, porque Viña es nuestra ciudad del glamur y básicamente la canción se ríe de eso. Por eso el tema habla de sentirse un dios, pero en el ambiente de glamour del tercer mundo.
-A nivel sonoro, "Perdido en Viña del Mar" y los singles anteriores del disco son distintos a lo que venías haciendo.
-Es lo que se llama hoy sonido urbano, que viene del hip-hop y del reguetón. Es una canción casi sin ningún instrumento tocado en vivo, todo programado. Tiene una sonoridad bien electrónica y se aleja de lo que venía haciendo, como todo el disco, que apunta a lo mismo, bien urbano y con harto rap.
-Pero si bien son ritmos urbanos, la lírica no es la típica del reguetón.
-Bueno, eso es lo que trato de mantener y que define la estética que tengo yo. El tipo de letras y las melodías se van manteniendo, pero cambia los estilos de las canciones. Siento que se mantiene el fondo, pero cambia la forma durante mi discografía. Yo no me sentiría cómodo, por ejemplo, haciendo un reguetón como "Despacito" o uno que sea muy sexual. Trato de aproximarme a los estilos desde mi vereda. Y uno de los componentes de mi creación musical es, de todas maneras, el humor. Mi quinto disco, para hablar en tercera persona, es muy Pedropiedra. Además, trabajar con Cristian Heyne como productor le dio al disco un color que antes yo no había logrado.
-¿Cómo describirías el trabajo con Cristian Heyne?
-Principalmente, me exigió hacer muchas canciones. Yo llegué con 10 temas que tenía pensados para el disco. Me pidió que hiciera una canción al día y llegué a tener más de 40.