70 años de vida juntos celebra matrimonio de chonchinos
Los vecinos del sector de Los Petanes festejaron junto a su familia las bodas de titanio y pasaron revista a toda una vida de buena convivencia y esfuerzo. 6 hijos, 16 nietos y 11 bisnietos es su descendencia.
Siete décadas de matrimonio celebran este mes Audolina Aguilar (97) y Romelio Gallardo (95), una de las parejas campesinas más antiguas de la comuna de Chonchi, con una larga historia de esfuerzo y buena convivencia.
La vecina quedó huérfana muy pequeña y fue adoptada por sus padrinos, quienes eran tíos de Romelio. Ambos cultivaron una amistad desde pequeños, de la cual con los años fue surgiendo el amor.
"A mí me gustó porque él era bonito como persona", reconoce Audolina, advirtiendo que "nosotros nunca pololeamos, sino que siempre fuimos solamente amigos y medios parientes, hasta que un día él me dijo 'yo me quiero casar' y yo le contesté que si me quería pedir permiso para casarse, bromeando, entonces él me dijo 'yo me quiero casar contigo'", detallando que ella tenía 26 y su novio, 24.
Desde la cocina de su hogar en Los Petanes, al oeste de la 'Ciudad de los Tres Pisos', en la misma comuna de Chonchi, los nonagenarios comparten su historia que, pese a sus años, recuerdan ambos muy lúcidos, dando fechas, nombres de antaño y lugares.
Romelio cuenta que para la celebración de las bodas de titanio se carnearon cuatro corderos. A la cita incluso llegó el sacerdote Edito Raín a bendecirlos, en recuerdo del matrimonio celebrado el 1 de septiembre en Chonchi.
"Nosotros nos conocimos de chicos, siempre nos visitábamos, pero nada de amor, sino que yo de un día para otro le dije que me quería casar y hubo casamiento altiro", manifiesta este chilote.
primeros tiempos
La dueña de casa relata que los primeros tiempos vivieron en la casa de sus suegros y que "yo añoraba tener mi propio terreno para hacer mi casa", explicando que sus padrinos le habían regalado animales que mientras ella crecía fue criando, los cuales se vendieron junto a unos de su marido para adquirir un campito.
A esas alturas ya Romelio, al igual que otros chilotes, viajaba a la Patagonia argentina por temporadas a trabajar y en una de esas vueltas trajo una lona gruesa y de varios metros. "Hicimos el armazón de una casa y ese material lo usamos de techo y para las paredes y pusimos dentro un fogón y ahí vivimos al comienzo", evoca la chonchina.
"Yo gané mucha plata en la Patagonia", recalca el vetusto vecino, precisando que "una vez arriamos 3 mil animales y en otra hicimos 4 leguas de alambre, de una extensión que llegaría desde aquí a Castro", advirtiendo que "yo nunca trabajé mensual porque pagaban poco".
Sobre el secreto de su buena convivencia, ambos señalan que "nunca tuvimos una discusión ni nada, siempre nos llevamos muy bien, como buenos amigos y parientes", sumando que otro aspecto fundamental es que ambos se apoyaron siempre en el trabajo y los ingresos familiares.
"Mi esposa vendía manteca porque siempre tuvimos chanchos grandes, hacía tejidos, frazadas, choapinos, de todo", indica el dueño de casa, a lo que ella aporta "yo tenía una rueca y por las noches me ponía a hilar, e incluso a veces me amanecía hilando y me ganaba mis pesos, igual que hacía longanizas, que eran las mejores de por acá".
Ambos tienen ahora algunos problemas de desplazamiento y Romelio casi no ve por la diabetes; sin embargo, el amor los mantiene juntos, apoyándose y recibiendo de su descendencia la compañía y ayuda que necesitan para hacer sus cosas diariamente, juntándose para las celebraciones familiares, en el mismo campo que vio crecer el amor de ya más de siete décadas.
"Él me dijo 'yo me quiero casar' y yo le contesté que si me quería pedir permiso para casarse, bromeando".
Audolina Aguilar,, esposa de Romelio."
Agradecimiento
Seis hijos, 16 nietos y 11 bisnietos tiene el matrimonio de Romelio y Audolia, quienes son apoyados diariamente por dos de sus familias de descendientes, quienes se turnan para acompañarlos, ya que tienen ahora algunos problemas de autovalencia. Sin embargo, la conversación y recuerdos nunca faltan para amenizar diariamente este vínculo de titanio.
Su ahijada Marcela Saldivia agradece "a Dios por la bendición de tenerlos con esta larga vida: hoy a sus 97 de Audolina y 95 años de Romelio, y que Dios los siga cuidando y protegiendo junto a sus hijos, nueras, yernos, nietos bisnietos y demás familiares, y que nos dé salud a todos para seguir cuidando a nuestros viejitos hermosos".