La preocupante y constante alza de la obesidad en la población chilena
El director del Centro de Tratamiento de la Obesidad de la Red Salud UC Christus aborda este fenómeno.
Un preocupante panorama dio a conocer la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) esta semana: Chile es el segundo país de la OCDE con la tasa más alta de obesidad, una condición asociada a más de 230 enfermedades y que en nuestro país afecta al 34,4% de la población sobre 15 años.
La cifra representa un alarmante aumento de la obesidad respecto a 2016, cuando Chile ocupaba el octavo lugar de ese ranking, con un 25,1% en adultos, lo que implica un alza de 9,3 puntos porcentuales en dos años.
Una tendencia que Rodrigo Muñoz, director del Centro de Tratamiento de la Obesidad de la Red Salud UC Christus, considera no sólo alarmante, sino que confirma que Chile ha seguido la senda de países como Estados Unidos, que aparece en el primer lugar en el listado de la FAO.
Pese a que el Estado ha implementado políticas públicas que el especialista evalúa de forma positiva, como la Ley de Etiquetados, éstas no han logrado atajar un problema complejo, que tiene diversos factores, tanto psicológicos como culturales.
-¿Cómo ha cambiado el panorama en Chile en los últimos años?
-Lo que se ha visto sostenidamente es que la cantidad de personas con obesidad en nuestro país, tanto en adultos como en niños, ha ido aumentando. La última Encuesta Nacional de Salud arrojó que un 32% de los adultos chilenos tenía obesidad y de ellos el 3,1% obesidad mórbida. Por lo tanto, desafortunada mente estamos siguiendo la misma tendencia que otros países. Y, a pesar de las intervenciones que se han hecho, no hemos logrado detener el crecimiento. Eso, por supuesto que es muy preocupante.
-¿A qué focos debieran apuntar las políticas públicas en este tema?
-Uno de ellos es la prevención. Y ¿cómo uno puede prevenir?, educando. Hay países en Europa en donde la hora de colación es una hora en que los niños aprenden a comer sano. Y aparte de sus profesores hay nutricionistas y un menú saludable. Desde chiquititos se les va enseñando a elegir alimentos saludables y el efecto que eso tiene en el cuerpo. Y eso va de la mano con la educación. Hoy en día no todos los profesionales de la salud tienen una buena formación en alimentación saludable que permita aconsejar de buena manera a la gente que tiene este problema. Y lo otro es que el Estado tiene que incrementar sus políticas de mayor actividad física en los colegios, que en las empresas los casinos tengan alternativas más saludables.
Dentro de las cosas buenas que se han hecho está la Ley de Etiquetados. Si bien es cierto es difícil que eso genere un impacto rápido, es una muy buena manera de entregarle a la población alimentos que son un poco más saludables. Es un tema multifactorial.
En la casa, los padres deben ser educadores pero para eso tienen que estar informados. Esto es bien complejo, va más allá de la voluntad. Que alguien tenga obesidad no es que tenga falta de voluntad o que sea flojo; es una enfermedad y, por lo tanto, tiene que tratarse como tal.
-¿Cuál es la proyección con indicadores como los de Chile?
-Si sigue así, es bien alarmante, porque hemos visto que de manera sostenida ha ido creciendo, que no hemos sido capaces de educar y motivar a la gente para que tenga una vida más saludable. Y hay cosas que van a ir apareciendo que ya hemos ido viendo. Por ejemplo, en los trasplantes de hígado. Antiguamente, la primera causa era la cirrosis, que era por consumo de alcohol. Hoy en día, en países como EE.UU., el hígado graso, que después hace cirrosis, está siendo una de las principales causas de trasplante hepático. Entonces si esto uno lo proyecta en el tiempo vamos a empezar a ver cada vez personas más enfermas.
-Pero qué factor hace que Chile tenga estos índices, ¿es el mismo fenómeno que en EE.UU.?
-Desafortunadamente estamos siguiendo muy de cerca el modelo americano, de los alimentos procesados, de la comida rápida, que los niños no salen a jugar a la calle, en parte porque por seguridad eso ya no pasa. Entonces, tenemos niños encerrados en la casa, pegado a los dispositivos; entonces, yo diría que estamos siguiendo un modelo bastante parecido al americano.
-¿Cuándo es alarmante el sobrepeso?
-Hay un indicador, el Índice de Masa Corporal (IMC), que dice si alguien es normopeso, tiene sobrepeso u obesidad. Ahora, ese es un índice bien general, no habla sobre la composición corporal, que también es súper importante. Es un buen indicador, pero hay que asociarlo con exámenes. Hay que ver si los pacientes tienen otro riesgo, si tienen problemas de colesterol, la presión alta, hígado graso, insulinorresistencia y, en la medida que van apareciendo esos problemas, uno tiene que irlos tratando y evitar que la gente con sobrepeso progrese hacia la obesidad.
Prejuicio
Pero más allá de los factores de salud, Muñoz ve uno social que muchas veces impide que la gente que tiene problemas de obesidad o sobrepeso consulte a un médico y trate su enfermedad: la estigmatización.
"Lamentablemente, hoy la sociedad juzga a la gente por su peso y en general las personas con obesidad se sientes discriminadas y se les hace sentir que eso es culpa de ellos. Y lo que pasa con eso es que la gente tiene menos intención de ir a buscar atención médica real", explica.
"La gente tiene que saber que cuando tiene obesidad está peleando contra su cuerpo y no es que sea su culpa. Nadie le echa la culpa a los hipertensos de ser hipertensos", agrega.
-¿Cuál es el error más frecuente que ve en los pacientes?
-Una cosa que es frecuente es que muchos de los pacientes que llegan con obesidad no encuentran que tengan obesidad. Segundo, un porcentaje importante de ellos asume que come bien y poco y han tomado como normal el picotear durante el día o tomar bebidas azucaradas. Hay gente que consume mucha fruta y jugos naturales y piensa que eso es sano, pero no sabe la cantidad de azúcar que hay en esos alimentos y que eso también puede favorecer la ganancia de peso.