Hace 20 años en el Valle del Elqui ocurrió el "Rosswell chileno"
En 1998, el caso revolucionó a residentes de Paihuano, ufólogos y medios de comunicación. El pequeño pueblo de la Región de Coquimbo se convirtió en uno de los "puntos calientes" del país.
Néstor Flores F. - La Estrella de Valparaíso
Chile, y en especial las zonas cordilleranas de las regiones de Coquimbo, Atacama y Antofagasta, son famosas a nivel mundial por la calidad y claridad de sus cielos, y las facilidades que esta diafanidad brinda a los astrónomos a la hora de instalarse tras un telescopio y sumergirse en el mar infinito del Universo.
Del mismo modo, lugares dentro de estas regiones, como el Valle de la Luna -muy cerca de San Pedro-, Potrerillos, La Puerta -más al sur, Monte Patria- y el Valle del Elqui, han inscrito a más de un testigo de avistamientos ovni, sin explicación científica alguna.
Sin ir más lejos, en poco más de un mes se cumplen 150 años del primer avistamiento ovni documentado en el mundo. Y fue en la zona de Copiapó.
Casi a la altura de La Serena, pero a pocos kilómetros de la frontera con Argentina, en el Valle de Elqui, se encuentra la localidad de Paihuano, de no más de 2.000 habitantes. Paihuano, en mapudungún, quiere decir 'cielos tranquilos'. Pero la paz de sus cielos se vio abruptamente golpeada hace exactos 20 años, un 7 de octubre de 1998, cuando un misterioso artefacto impactó en sus suelos.
La historia de los hechos parte esa misma mañana, cuando la neblina de las colinas desapareció con más velocidad de lo acostumbrado, a pesar de la ausencia de viento. Tras esto, el día avanzó con absoluta normalidad. Pero a pocos minutos de las 16 horas, frente a decenas de testigos, un objeto se estrelló contra una de las colinas adyacentes al pueblo, el llamado cerro Las Mollacas.
Quienes observaron lo acontecido declararon que aquello no era una roca ni un meteorito. Tampoco un avión. Eran campesinos, profesores, dueñas de casa, un par de vendedores, algunos funcionarios municipales y varias dueñas de casa. Describieron el objeto de la colisión como de forma cilíndrica, de color gris plateado.
Fueron estos mismos testigos quienes complementan las observaciones diciendo que el cilindro se habría partido en dos. La mitad inferior se deslizó varios metros cerro abajo, mientras que la superior habría quedado algo incrustada en la tierra, casi en la cima.
Quizás el relato más digno de releerse sea el de Raúl Flores, quien tenía su hogar a pocos metros de elevación en aquella ladera de Las Mollacas. Dice que "el objeto era algo muy parecido a un disco metálico, que irradiaba por el sol un brillo metálico muy intenso. Nunca en mi vida había presenciado algo tan extraño. Por supuesto no fui el único que lo vio. Mucha gente también presenció lo mismo".
Las versiones
Desde ese momento, se vivieron varios fenómenos poco habituales en las localidades cercanas. Los habitantes recuerdan que las transmisiones de radio y de televisión desaparecieron. En las cimas de cerros colindantes se encontraban las antenas repetidoras de Paihuano y de Pisco Elqui, y ellas se habrían visto afectadas por 'algo', emanado desde el objeto. Alteraciones en los campos electromagnéticos del entorno fue la explicación que dieron los técnicos, dos décadas atrás.
De allí en adelante, surgen numerosas versiones de lo ocurrido. Algunas dicen que, minutos después del impacto, el pueblo se vio invadido por incontables vehículos policiales.
Que Paihuano quedó bajo un estricto control militar. Nadie podía salir ni entrar.
Que quienes se habían acercado a la zona del desastre, fueron de inmediato alejados.
Que un funcionario de la municipalidad iba a emitir un comunicado de prensa, pero un misterioso un miembro de la comitiva que había llegado al pueblo lo instó a desistir, en un español con un notorio acento estadounidense.
Que este hombre se habría identificado como un científico de la Nasa.
Que, cuando llegó la noche, los helicópteros peinaron la zona en busca de 'algo'.
Y que, un par de días después, los militares y civiles abandonaron el pueblo y una caravana de tres camiones de color verde militar se llevó un enorme objeto metálico a bordo de una rampa, y varios trozos de menor tamaño. Algunos, incluso, pudieron ver bajo la lona el interior de la nave, donde asomaban dos cadáveres extraterrestres de no más de 1,40 metros, piel casi blanca con finas escamas, un traje negro ceñido a la piel y una máscara que les cubría desde la nariz hasta la parte superior del cráneo...
¿qué pasó?
Las especulaciones acerca de lo sucedido en Paihuano son incontables. Lo cierto es que, tras el impacto, un grupo de vecinos, junto a carabineros de la Tenencia de Paihuano, decidió subir el cerro y observar por sí mismo lo ocurrido. Tras seis horas de caminata, llegaron a la 'zona cero' y no encontraron nada, salvo un perímetro con más piedras de lo normal. Estas serían las mismas rocas que había antes, solo que pulverizadas por el impacto.
Al día siguiente, llegaron más policías de operaciones especiales desde La Serena y tampoco hallaron nada significativo. Y prensa, mucha prensa, invadió Paihuano.
Arturo Gómez, astrónomo del Observatorio Interamericano Cerro Tololo, explicó en su momento que el misterioso ovni de Paihuano era, en realidad, "un bólido, es decir, un meteoro que no impactó en la superficie terrestre, sino que se rompió o estalló en muchos pedazos en la alta atmósfera, acompañado todo esto de un gran estruendo y luminosidad".
El científico descartó que se tratase de un objeto artificial, "ya que debido a la velocidad de ingreso, estos aparatos no explotan ni producen ruido ni luminosidad, sino que se queman sin mayor espectacularidad".
Desde ese momento, nada anormal sucedió en Paihuano, salvo decenas de especulaciones y un curioso turismo ufológico, que se incrementa en esta fecha. Las teorías de un meteorito, una nave secreta estadounidense o un platillo volador que capotó en el cerro Las Mollacas y la masiva llegada de militares y personajes misteriosos que cercaron Paihuano por 24 horas construyeron la leyenda del "Caso Roswell Chileno".
"El objeto era algo muy parecido a un disco metálico, que irradiaba por el sol un brillo metálico muy intenso. Nunca en mi vida había presenciado algo tan extraño. Por supuesto no fui el único que lo vio".
Raúl Flores tenía su hogar, en el cerro Las Mollacas."