Revela cómo fue ser un escolta de Juan Pablo II
A días de la llegada del Papa Francisco, el suboficial (r) Juan Carlos Canales rememora la jornada en que acompañó en su moto institucional el paso del sumo pontífice.
Casi 13 años después de haberse ido destinado al norte del país, el entonces cabo segundo Juan Carlos Canales recibió lo que terminaría siendo el hito más importante de su carrera: ser escolta del Papa Juan Pablo II durante su visita a Chile, en 1987. A pocos días de la llegada del Papa Francisco a Chile, recuerda con mayor nitidez todo lo que vivió.
"Ya me habían trasladado a Calama y estaba allá cuando el año 1986 se supo que venía su santidad", rememora el suboficial (r) Canales, que entró a la institución casi por casualidad.
Todo fue idea de un tío que le preguntó si quería postular para ser carabinero. "Yo le dije que sí, pero por decirle no más, si tenía 16 años", asegura.
El mismo familiar lo pasó a buscar cuando llegó el día, y aunque no se había preparado especialmente para rendir las pruebas, no le fue nada de mal y terminó ingresando a Carabineros.
La vocación, confiesa, llegó a sentirla varios años después: "Aprendí de mis compañeros a ayudar a las personas, a enseñar, a hacer clases de tránsito, que me gustó, entonces me di cuenta de la función que cumplía y me enamoré de la institución".
Preparativos
El suboficial (r) Canales, que hoy vive a un costado del camino a Florida, en la Región de Bío Bío, indica que la preparación empezó varios meses antes. "Nos explicaron que era un servicio totalmente especial y tuvimos que estudiarnos una cartilla especial que trataba de la visita de Juan Pablo II y detallaba desde el vocabulario hasta la forma en que nos relacionábamos con los vecinos".
Acercarse a los vecinos para conocerse mutuamente y repetir el recorrido papal una y otra vez también fue parte de la intensa preparación de la que tomaron parte los efectivos que conformaron parte de la escolta que trabajó en la ciudad de Antofagasta, en el norte del país.
Visita papal
"El día que llegó el Papa igual estaba nervioso", relata. "Los más antiguos iban delante del vehículo, y a mí me tocaba la parte posterior derecha, así que tenía al papamóvil a la vista y podía mirar de reojo lo que pasaba", explica.
Aunque la gente desbordó las calles de Antofagasta saludando el paso del sumo pontífice, todo se mantuvo en orden. "Muchos querían acercarse y trataban de tocar el vehículo, acercar sus banderas. Hubo mucho fervor, pero la gente se portó muy bien, diría que fue un servicio perfecto", dice.
Debido a la emoción y el nerviosismo el motorista reconoce que transpiró durante el trayecto. Además, porque Canales percibió de Juan Pablo II una cercanía que, asegura, ningún otro Papa ha tenido.
Emocionado, recuerda: "Tenía una luz fluorescente adentro del papamóvil, lo que le daba un aspecto como angelical. Yo soy católico, por lo tanto significa que es un representante de Dios".
Tras el primer recorrido matutino, la comitiva papal se trasladó hasta la cárcel de Antofagasta, donde Juan Pablo II visitó a los reclusos, pero también aprovechó la parada para saludar personalmente a quienes fueron sus escoltas motorizados.
"Nos reunimos con él. Yo tambaleaba. Fue un momento muy emocionante, apenas un instante, pero muy significativo para cerca de 15 motoristas. Recibimos de sus propias manos un rosario que atesoro hasta el día de hoy", cuenta Canales.
Después de eso, hubo una eucaristía encabezada por el pontífice, que después fue escoltado hasta el aeropuerto Cerro Moreno, desde donde viajó a Buenos Aires.
Aunque se retiró del servicio hace 10 años, aún destaca en su currículum el haber sido escolta papal. "Nunca más viví algo como eso, marcó un hito insuperable en mi carrera", manifiesta.
Piocha especial
Otra anécdota que al suboficial (r) Canales le gusta destacar es el haber atendido un parto en Calama, hecho por el que recibió una piocha especial que distingue a los policías uniformados que participan de tan especial procedimiento.
De madrugada concurrieron a un llamado que pedía atención para una mujer. "Entraron dos carabineros y al poco rato salieron a decir que era un parto. Lo atendimos en el living con sábanas y un cuchillo de cocina, porque era lo que había a mano", revela.
Al otro día, los tres oficiales visitaron a la familia en el hospital. "Era un varoncito y le pusieron por nombre Alberto, porque nació el 18 de agosto de 1999 (día en que se recuerda el fallecimiento de San Alberto Hurtado)".
"Nunca más viví algo como eso, marcó un hito insuperable en mi carrera y siempre lo cuento"
Juan Carlos Canales,, suboficial (r) de Carabineros."
"No sé si algún otro Papa generó la cercanía que logró su santidad Juan Pablo II"
Juan Carlos Canales,, suboficial (r) de Carabineros."