Pedro Bárcena González
Con fuerte resguardo a las víctimas y testigos, para impedir los estragos de la victimización que provocan los procesos judiciales, se inició ayer el juicio contra un obrero sindicado como el responsable de ultrajar a ocho adolescentes en Castro. Una seguidilla de ataques que se habría extendido por seis meses, especialmente en la vía pública, por la cual arriesga 10 años de cárcel.
A diferencia de otros delitos sexuales marcados por la cercanía entre los intervinientes, este caso muestra aberrantes características de lo que serían abusos en serie, con un modo de operar similar y teniendo como víctimas preferentes estudiantes. Una dinámica que está siendo analizada por la sala presidida por la magistrada Loreto Yáñez.
En total son diez episodios de vulneración contra las afectadas los que expone el fiscal Enrique Canales a los sentenciadores, acusando al joven de iniciales C.N.P. (33) como autor material de los ilícitos reiterados que habrían comenzado en abril del 2016, pero que solo fueron denunciados cuatro meses después.
El sector Cancha Rayada, Villa Archipiélago y el interior como los alrededores del Cementerio Municipal en la parte alta de la ciudad, como también las céntricas calles Sotomayor y Los Carrera, junto el borde costero de Gamboa, fueron los puntos identificados donde habría actuado el sujeto. Y las liceanas no dudan, todas describen la misma forma de operar. Incluso, siete identifican al mismo autor.
Tal como describió el persecutor en su acusación, el isleño aprovechaba que las mujeres se encontraban solas, preferentemente en sus trayectos desde o hacia sus colegios, y las abordaba por la espalda. Luego de reducirlas, procedía a efectuarles tocaciones hasta que las víctimas lograban repeler estas agresiones.
Este modus operandi se repitió en todos los casos, según lo denunciado y las pericias policiales, aunque en dos se observaron rasgos de mayor alerta. Una menor fue abordada a la entrada de su domicilio, debiendo ahuyentar al imputado utilizando el portón para golpearlo; mientras que otra estudiante de 15 años fue atacada dentro de su casa.
Como recalcó el representante del Ministerio Público especialista en investigar agresiones sexuales, "esta es la primera vez que veo en que las acciones dan cuenta de agresiones sistemáticas en las cuales se aprovecha la oportunidad para actuar".
Es más, Canales enfatizó que este joven "tiene una conducta sociopática", es decir, un comportamiento crónico de manipulación y vulneración hacia los demás, con alcances criminógenos. Por ello, no dudó en calificarlo como "peligroso".
Estos antecedentes fundan su pretensión de pena, sumados a la agravante de reincidencia específica, ya que el mismo sujeto ha sido condenado previamente por una violación consumada y otra tentada.
Exposición
La clave para configurar el delito, su carácter como grado de desarrollo será la veracidad del testimonio de las estudiantes, como de testigos.
Ayer comenzó la exposición ante los sentenciadores, tanto utilizando la sala especial del tribunal como en estrado bajo protección de un biombo. Un despliegue que continúa hoy, esperando la participación de los peritos para cerrar la fase probatoria de este complejo juicio.
Absolución
La defensa del acusado, representada por Nelson Troncoso, solicitó la absolución, sentenciando que "no toda acción sexual puede considerarse abusiva". Por ello, enfatizó que estos hechos que habrían afectado a menores entre los 14 y los 17 años, "no encuadran en el tipo penal, pese a que son reprochables", aclaró. El abogado especificó que en este caso "no existe el ejercicio de la fuerza", o por lo menos, "no es tan intensa como para someter a la víctima", ya que aseguró que todas repelieron al agresor. Asimismo, recalcó que "tampoco se configura la intimidación". Sin estos dos elementos, según la fuente, no se acredita la existencia del ilícito, encasillando los hechos más en un acoso en la vía pública.