Camila Infanta S. - Medios Regionales
Correcta o no, todas las parejas idean una fórmula para repartir sus gastos. Y es que, de alguna forma hay que dividir las platas, algo que se vuelve especialmente sensible en tiempos de "vacas flacas", cuando la frase "contigo pan y cebolla" parece perder fuerza.
Ahora, ¿qué pasa cuando una de las partes recibe algo de dinero y no lo informa a su pareja? O ¿qué ocurre cuando se descubre un gasto fijo que el otro no sabía?
La infidelidad financiera, según describe el psiquiatra y sexólogo argentino Walter Ghedin, es cuando el acuerdo económico de la pareja se ve transgredido por gastos que se mantienen en secreto. Estos pueden ser puntuales o permanentes, como una cuenta. La última opción es la que causa más problemas, dice, pues implica que la mentira se mantuvo por más tiempo.
"Se piensa que las mentiras son gastos superficiales, pero a veces lo son para que no se enojen. En el caso de los hombres, me pasa en consultas sexológicas que lo hacen sobre todo en medicación, que mienten sobre ese gasto por vergüenza", consigna a La Estrella.
Añade la fuente que "por supuesto, también se ocultan los gastos relacionados directamente a la infidelidad: moteles, páginas de internet, salidas a comer, entre otros".
Transparentar
Pero, ¿cuánto de las finanzas de cada uno debe saber la pareja? Al respecto, el experto consultado es tajante: "Todo debe transparentarse, incluido los bonos o dineros extras que lleguen a cada cuenta. Es la única forma de tener buena comunicación y evitar estos problemas".
"También hay otras infidelidades monetarias que interfieren en una pareja, como, por ejemplo, los gastos que se desvían para ayudar a familiares y a amigos que no se revelan", manifiesta el profesional.
¿Cómo dividir gastos?
Si bien en una pareja ambos pueden tener ingresos independientes, los gastos deben dividirse. Las formas para hacerlo son diversas: hay quienes optan por partir todas las cuentas comunes por la mitad y cada uno pagar su parte, mientras otros prefieren hacer un pozo común y restar los gastos.
¿Cuál es la mejor fórmula? Cada una tiene sus pro y contra.
Según la académica de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Finis Terrae, Luz María Koch, la fórmula del pozo común parece ser la más sencilla.
"Se debe establecer un presupuesto familiar donde estén los gastos domésticos, médicos, escolares, comida y todo lo que sea común. Sobre ese presupuesto, ambos aportan, idealmente proporcionalmente a lo que ganan. Para administrarlo, generalmente se hace desde una cuenta bipersonal, donde ambos tengan acceso, aunque a veces lo hace uno solo y el otro entrega el 100% de su confianza", añade.
Uno de los puntos negativos de esta alternativa, asevera Koch, es que no hay transparencia con los ingresos. "No se sabe cuánto realmente entra, solo cuánto es la cuota que ponen. Es decir, todo bono extra o cualquier ingreso. Eso va en contra de la comunicación de pareja, en todo sentido. Hay quienes pueden decir que ganan menos, o bien tener renta variable y, a veces, para poner el total de la cuota pactada tienen que endeudarse", subraya.
Sobre este punto, el psiquiatra asegura que lo "más saludable es que cada uno tenga un compromiso para pagar los gastos comunes, pero que, a su vez, cada uno tenga gastos propios, que entreguen libertad. Por eso es fundamental que cada uno tenga su cuenta".
Otro caso común de división del dinero, detallan los expertos, es cuando uno le deposita al otro sus ingresos y solo uno se encarga del pago de todo.
"Parece sencillo, pero se pierde la toma de decisiones y se sobrecarga a uno con una responsabilidad que debería ser compartida", sentencia Koch.
"Hay infidelidades monetarias que interfieren en una pareja, como, por ejemplo, los gastos que se desvían para ayudar a familiares o amigos".
Walter Ghedin,, siquiatra y sexólogo argentino."