Familiares de víctimas del 27F: "Todavía sentimos gran dolor"
El lunes se cumple un nuevo aniversario del terremoto y posterior tsunami de 2010, que es considerado como una de las catástrofes más violentas de Chile. Tras siete años, los vecinos vuelven a relatar la partida de sus seres queridos.
Tres años tenía Arturo cuando el mar se lo arrebató a su madre en Santa Clara, una de las poblaciones afectadas por el tsunami de 2010.
"Es el episodio más doloroso de mi vida", comenta Lisette Silva tras recordar la fatídica noche que remeció a seis regiones de Chile y que dejó a 763 víctimas fatales.
Hoy, ad portas de un nuevo aniversario, la chorera cuenta cómo fue ese momento que le cambió totalmente la vida. "Mi hijo no despertó con el terremoto. Con mi mamá pensamos que sólo era un temblor y por eso nunca decidimos arrancar", señala.
Por tal motivo, sólo tomó en brazos a su hijo y, junto a su madre, se sentaron en el living a esperar que declinaran las fuertes réplicas. "Cuando mi tía gritó que venía el agua, recién ahí salí al patio. En ese momento, mi hijo seguía durmiendo… La primera ola nos tomó de sorpresa, pero nunca solté a mi pequeño. Floté y me sostuve como pude. Ya, en la tercera ola, se me fue… Desde ese momento, ya no lo volví a ver. Han pasado siete años y todavía escucho su voz llamándome", indica.
-¿Las horas posteriores fueron peor?
"Sí, terribles. El dolor que sentí en ese momento, todavía está presente… La tristeza de una mamá va a existir por siempre sobre todo si estuvo en sus manos la posibilidad de que su hijo continuara con vida".
Aprender a sobrellevar el shock y el sufrimiento que le dejó la tragedia, no fue fácil para Lisette. Tuvo que someterse a terapias sicológicas y siquiátricas, que incluso, aún continúan. "En un principio, no quería nada. Mi corazón y mi mente estaban con mi hijo, lo quería devuelta. Un día, mi pareja, Cristian Arancibia, me pregunta si quiero volver a quedar embarazada. Le dije que no, porque tenía que vivir el duelo de mi hijo como se debía, ya que cada vez que veía a un niño me imaginaba a mi Arturito", relata.
Sin embargo, con el paso de los años, la familia volvió a crecer sin planificación previa. "Dios obró en mí. Me trajo a Cristian, que es idéntico a su hermano. Con la llegada de nuestro segundo hijo, decidimos no tener más, pero Dios también nos regaló a nuestra hermosa Antonella que tiene hoy apenas dos añitos. Somos una familia muy unida, que tiene presente siempre a Arturo como parte fundamental. Mi hijo siempre estará en mi corazón, él fue mi primer tesorito y me enseñó lo que es amar con el alma realmente", cuenta.
HERMANO
La tristeza todavía persiste en el corazón de José Suárez, tras perder a su hermano durante el tsunami de la madrugada del 27 de febrero. Al igual que Lisette, no supo de la salida del mar en Talcahuano hasta minutos antes del impacto. "Mi hijo llegó en bicicleta desde Los Cóndores y nos pidió que arrancáramos altiro. Mi hermano fue el primero que corrió. Mi señora y yo nos demoramos unos segundos más", expresa.
Sin embargo, ya era muy tarde. La familia no alcanzó a avanzar más de dos casas, cuando el agua ya los había alcanzado. "Los tres nos afirmamos de unas rejas para que los escombros no nos llevaran. Mi hijo y mi esposa, que iban un poco más adelante, se subieron al techo de una casa como pudieron. Yo no estaba tan cerca como ellos. No podía continuar sin que la corriente me llevara… Además, tenía el agua hasta el cuello y, por eso, me comencé a desesperar. Decidí subir la reja, la que tenía puntas… Tratando de salvar mi vida como fuese, continué, pero una me atravesó la pierna y quedé inmovilizado por un momento", relata.
- ¿Y se quedó ahí?
"No. Mi hijo me alentó para que llegara hasta donde estaban ellos y de verdad lo intenté, pero no lo pude lograr. Sólo alcancé a avanzar hasta una palmera, que tenía plantada en el antejardín mi vecino. Si seguía la corriente me llevaba. Ahí me aferré al árbol hasta cuando el agua se calmó".
Su hermano, de 65 años, no tuvo la misma suerte. Al estar enfermo, con una anemia crónica, no poseía fuerzas para resistir la corriente ni menos soportar algún golpe. "Mi hermano alcanzó a doblar la esquina de mi casa y llegar hasta la intersección de Eleuterio Ramírez con Venecia. Por lo menos, ahí fue donde encontramos su cuerpo", explica.
- Usted lo halló…
"Sí, con un amigo. Lo encontramos el miércoles. Mis hijos, sobrinos y hermanos, lo habíamos buscado por todas partes. Desde un primer momento pensé que si estaba con vida debía andar deambulando cerca de Colón y, si no había sobrevivido, debía estar cerca de mi casa".
- ¿Fue una tranquilidad encontrarlo?
"Sí, porque lo pudimos enterrar y darle una despedida como corresponde (…) Él había llegado en diciembre desde Santiago porque ya no quería estar solo en su casa. Además, me había dicho que si moría lo quería hacer en su tierra, en sus raíces. Y así fue. Justo lo encontramos en la esquina donde siempre nos reuníamos cuando éramos chicos a jugar. La familia decidió poner ahí, en el poste de luz, una placa recordatoria en su nombre".
Los pololos
Carla Mellado (21) y Erick Von Jenstchyk (25) eran pareja y llevaban unos días vacacionando en isla Mocha. Durante el 27F ambos perdieron la vida a causa del maremoto que dejó bajo el agua, en un par de segundos, el sector Punta de Lobos, lugar donde se encontraban pescando esa noche.
Cada año, desde el día de la catástrofe, ambas familias viajan a la isla y se reencuentran en un monolito en que sobresale una cruz y que construyeron en nombre de sus hijos, justamente en el lugar donde los pololos fueron vistos con vida por última vez.
Sus cercanos todavía manifiestan su gran dolor en diversos grupos de Facebook, del mismo modo, aseguran sentir algo de consuelo al saber que fallecieron juntos, unidos por el amor inmenso que se decían sentir. "Ellos estaban enamorados de la isla. Tenían una bonita relación y muchas cosas en común. Llevaban dos años pololeando", indica Álvaro Mellado, en una entrevista a La Estrella en febrero de 2012.
"Ellos querían desarrollar proyectos para ayudar a los habitantes isleños, en eso estaban cuando pasó todo (…) Habían caído en gracia y los habitantes de la isla los querían harto. Su primera visita la realizaron el 2009 y la segunda fue en febrero de 2010. Iban a estar por pocos días, pero no fue así", añade el papá de Carla.
Freddy Varela, quien era amigo cercano de la pareja, relata que cuando se produjo el tsunami "las otras personas que estaban en Punta de Lobos salieron arrancando hacia el interior de la isla, pero ellos se fueron orillando. El que logró correr se salvó y la gente del lugar sabía para dónde ir, pero ellos no tenían ese conocimiento".
"La tristeza de haber perdido un hijo nunca desaparece en una madre".
Lisette Silva,, mamá de Arturo."