Autor de "La huella del Abtao" revive misterio
El médico Medardo Urbina evocó la aparente caída de avión en la cordillera isleña.
Con amplia sorpresa el médico y autor del libro "La huella del Abtao", Medardo Urbina, se enteró del redescubrimiento del avión Cessna 182 del Club Aéreo de Ancud, al norte de Chepu.
El profesional es oriundo de Castro y reside en Concepción, donde estudió medicina. Se inspiró en la desaparición de la avioneta en que viajaba Julio Kompatzki Hörneckel, toda vez que participó en la expedición por tierra que hacía en forma paralela al viaje por aire de ese 26 de febrero de 1970.
El joven de aquel entonces integraba un grupo que iba junto a dos de los hijos del desaparecido comerciante y expresidente de la cámara de este rubro. Caminaban rumbo a zona del Abtao, siendo el escenario en que se produjo la caída de la nave con sus tres ocupantes y que hasta hoy no ha sido encontrada oficialmente.
Con respecto al hallazgo de las piezas del fuselaje de la nave de Chepu y las posibilidades que se tratara del avión perdido por más de 46 años, explicó que "la noticia del hallazgo fue impresionante porque cualquiera sea la naturaleza de los accidentados siempre es impresionante encontrar un vehículo como un avión en medio del bosque".
El egresado de la Universidad de Concepción reconoció que el avistamiento de la nave en Chepu y su posible vinculación con el accidente del verano de 1970 "significó un estremecimiento personal bastante intenso debido a que nosotros estuvimos seriamente vinculados con los hijos del señor Kompatzki y con todo el resto del equipo indirectamente".
Tras interiorizarse que el avión Cessna 182 hallado se precipitó a tierra en 1961, el autor de la "La huella del Abtao", texto que precisamente narra el extravío de hace 46 años, consignó que "el misterio del avión del señor Kompatzki aún nos invade, aún está dentro de los fenómenos no explicados en Chiloé".
En esta línea, Urbina evocó las condiciones inhóspitas ofrecidas por la geografía donde se supone cayó la avioneta que pilotaba el ancuditano Francisco Díaz, siendo casi imposible detectar los restos del aparato debido a su complejidad natural.
"Todo ese territorio es un territorio densamente poblado de vegetación alta de grandes bosques que están ubicadas en la vertiente occidental de la cordillera del Piuché, los árboles son bastante grandes; entonces, la posibilidad de que un avión se precipite en ese manto vegetal explicaría porque motivo este avión no habría sido encontrado", expuso el galeno.
Más rastreos
El escritor y hermano del reconocido historiador Rodolfo Urbina no ocultó que este último hecho pueda ayudar a reabrir las esperanzas de la familia y amigos por hallar el aparato desaparecido hace más de 46 años en medio de bosques y cerros.
Sobre ello, el médico respaldó que existe la factibilidad gracias a la tecnología digital para poder detectar evidencias del aparato ancuditano que aún mantiene sin resolver uno de los enigmas más importantes de ese tiempo.
26 de febrero es la fecha que marcó el comienzo de un largo misterio.