Cultora quemchina relata su pasión por el acordeón a botones
Su aporte al rescate de la técnica y la larga trayectoria musical fueron parte de los motivos que llevaron a la Red de Cultura de Chiloé a homenajear en el último acto provincial a la vecina de Guardiamó.
La Iglesia Jesús Nazareno de Aldachildo, en Puqueldón, fue el último lugar en el que María Filomena Barrera (85) realizó una presentación pública de un arte que ha cultivado gran parte de su vida: tocar el acordeón a botones. Su estado de salud es el motivo principal por lo que esta vecina del sector de Guardiamó decidió poner fin a su larga vida como intérprete de este instrumento que la ha acompañado en innumerables ocasiones.
Cuando apenas tenía 16 años y gracias a su gusto por la música, la recientemente premiada por la Red de Cultura de Chiloé decidió aprender a tocar el acordeón y lo hizo por sí sola. De oído, como ella misma reconoció, fue poco a poco sacando sonidos a un instrumento que compró en ese entonces con mucho esfuerzo.
Nacida el 27 de octubre de 1931 en la isla Caucahué, en Quemchi, la mayor parte de su vida ha estado vinculada a la música, transformándose incluso en la mujer orquesta de cuanta fiesta se realizaban en distintos sectores de la 'Comuna de los Mil Paisajes', ya que por años también acompañó sus presentaciones con su voz, la que ella misma calificó como "buena".
Si bien sus inicios en la música fueron el canto y una armónica que compró en Santiago con el dinero que ganó con su trabajo como acompañante de un matrimonio que se la llevó a esa ciudad a los 13 años, en su regreso a Chiloé a los 16 comenzó su romance con el acordeón.
Lo primero que aprendió fueron los compases y posteriormente fue sumando otras técnicas, para dominar el instrumento después de un año.
"Cuando me vine a Chiloé compré mi primer acordeón en Mechuque", recuerda la vecina que en su vida ha tenido seis instrumentos, de los que ahora conserva dos.
Cumpleaños, construcciones de casas, botaduras de lanchas al mar, ramadas y fiestas de los clubes deportivos son parte de los actos que Filomena Barrera amenizó con su acordeón. Incluso, en las últimas semanas tocó en una de las tomas camineras de los pescadores artesanales en Quemchi.
En una típica cocina chilota en su casa en el sector rural y junto a su compañero inseparable desde hace 10 años, su poodle "Pichicho", doña Filomena evocó el tiempo en que comenzó a tocar el instrumento y algunas de las anécdotas que ha acumulado con el paso de los años, como la vez en que casi encalló un barco en el que viajaba debido a la fiesta que se armó tras empezar con sus acordes.
Si bien no recuerda con exactitud el año en que el hecho ocurrió, lo que sí rememora con claridad es que había emprendido el viaje junto a su padre en Puerto Montt en la nave "Tenglo" y como siempre lo hacía llevaba con ella su acordeón.
"Alguien le pasó el dato al capitán que había una persona que tocaba el acordeón y se armó la fiesta y toda la gente se puso a bailar y el barco se pasó a quedar arriba de una peña", relató la intérprete, aún rememorando con risa el accidente.
Pero esa no fue la única vez que trasladándose en barco sufrió algún percance o haya ocurrido un hecho extraño. También vivió un hecho jocoso en el "Villarrica" viajando entre Queilen y Quemchi.
"En ese tiempo casi no había caminos y los viajes se hacían en barco. Yo venía de Queilen y traía un gallo en una caja y esa vez también supieron que andaba con mi acordeón y me pidieron que tocara", afirmó la misma fuente.
Aunque no solo las notas del acordeón fueron las que escucharon los entusiastas pasajeros durante su presentación, sino que también su gallo quiso ser protagonista de la fiesta y cuando el reloj marcó la medianoche se puso a cantar para sorpresa de los presentes.
Protagonista de las versiones de los encuentros de acordeonistas que en los últimos años se han realizado en la localidad dalcahuina de Tenaún, Filomena reconoció que esto le ha permitido cultivar amistades con otros exponentes de este instrumento, tradición que en su familia mantienen dos de sus miembros: su hijo mayor Américo Galindo y su nieto Óscar Arriagada. Este último también es profesor de música y recientemente grabó a su abuela tocando distintos tipos de canciones, las que formarán parte de un cedé que tendrá 14 temas.
Premiación
Su aporte al rescate de la técnica de tocar el acordeón a botones y la larga trayectoria musical fueron parte de los motivos que llevaron a la Red de Cultura de Chiloé a homenajear en el último acto provincial en el marco de la celebración del Día del Patrimonio a la vecina quemchina.
"Este es un don que Dios le da a uno, yo no molesté a nadie, aprendí sola a tocar de oído siguiendo el compás con el pie", señaló la vecina, sumando que "esta es mi alegría porque siempre me ha gustado mucho la música, antes cantaba bonito, pero ahora no puedo porque tengo una insuficiencia cardíaca".
Pese a que ha pasado casi toda su vida en el campo, compartiendo los trabajos que hacían los hombres si era necesario, como afilar estacas, levantar cercos o preparar la tierra para la siembra, Filomena siempre se dio tiempo para la música, la que practicaba periódicamente.
Tampoco ponía mayores problemas para amenizar las fiestas, aunque lo que sí no permitía era cualquier atisbo de peleas. A la primera señal de que las cosas se podían salir de control amenazaba con irse a su casa y todo volvía a la normalidad. "Mientras yo estaba tocando nunca peleaban y nunca cobré por tocar", acotó.
Gran parte de su vida, Filomena Barrera ha vivido en el sector rural, aunque por 18 años se trasladó al área urbana de su natal Quemchi, sobre todo para darle educación a sus hijos. Madre de ocho hijos, cinco mujeres y tres hombres, su familia también la componen 23 nietos y 6 bisnietos.
La historia de esta vecina también tiene un capítulo especial, ya que su fallecido marido Efraín Pérez, quien era 22 años mayor que ella, debió recibir un permiso especial del Papa Pablo VI para casarse cuando decidió dejar el sacerdocio para formar una familia.
"Mi papá era fiscal de la iglesia y yo entré a la acción católica desde niña y ahí lo conocí. De primera yo no lo aceptaba y cuando me fui a Santiago, él (Efraín) le preguntaba por mí a mi papá y después pasaron algunos años y nos casamos", mencionó la misma fuente.
Junto a su marido, la artista del acordeón a botones nunca dejó de lado las obras sociales. Una de ellas fue luchar por la apertura del camino Degañ-Quemchi o apoyar al club deportivo de Guardiamó a levantar su sede.
La política tampoco ha estado fuera de la vida de Filomena Barrera, ya que con solo 21 años ingresó a la Falange Nacional, ahora Democracia Cristiana, siguiendo los pasos de su padre, quien asegura fue uno de los fundadores de esa colectividad en la zona.
"Este es un don que Dios le da a uno, yo no molesté a nadie, aprendí sola".
Filomena Barrera,, vecina de Quemchi.
"Esta es mi alegría porque siempre me ha gustado mucho la música, antes cantaba bonito".
Filomena Barrera,, intérprete del acordeón a botones.