Desempleo, un duro golpe a la distribución de la riqueza
A nadie ha de sorprender las altas cifras de desempleo registradas en nuestro país, las que mantendrán su nivel en los meses venideros, pese a que en los meses de diciembre a febrero fueron realizadas importantes reducciones de planillas de empresas, esto previniendo el oscuro escenario que vive nuestra economía, ya sea por los efectos de la desaceleración económica global como el menor estímulo dentro de nuestras fronteras.
Básicamente el desempleo se ha visto afectado en el norte por la caída de la minería, basado principalmente por los bajos precios de los commodities y por la falta de inversión en los últimos años. En Santiago los efectos inesperados de la reforma tributaria en materia de empleo ya comienzan su retirada; con ello la finalización de las obras inmobiliarias que se encontraban en construcción, y en el sur, cuya situación de empleo era bastante promisoria, hoy se encuentra en delicado escenario provocada por la crisis del sector salmonero.
Siendo considerado el consumo como el motor del crecimiento económico, al desempleo le corresponde ser el motor de la pobreza, un problema para el desarrollo de la economía.
En el mediano plazo el desempleo aumenta el endeudamiento de las familias, acrecienta la pobreza de la ciudadanía y provoca la pérdida de la capacidad productiva. Para el Estado el desempleo implica un aumento en el gasto público, específicamente en planes sociales. A largo plazo su efecto es devastador, ya que afectará directamente las exiguas jubilaciones de los chilenos y generará un problema para el erario nacional, pues deberá asumir la subvención de aquellas necesidades que no podamos cubrir.
Es fundamental retomar cuanto antes el rumbo económico. Para ello el Gobierno ha impulsado una agenda pro crecimiento, pero esta vez hemos de tener conciencia en que para avanzar hacia el desarrollo necesariamente se debe revertir la precariedad del empleo y el bajo nivel de remuneración en que se encuentra gran parte de nuestra población.
Columna
Patricio Valdés,, académico de la Facultad de Derecho, Univ. Central