Escritor chilote recopila mitos populares del norte de la Isla
Domingo "Chililo" Ojeda Barría hace un recorrido por las leyendas contemporáneas más sorprendentes y terroríficas acontecidas en las últimas décadas en las comunas de Ancud y Quemchi, que son material de su próximo libro.
Diversos mitos populares a través de los tiempos han ido quedando en la memoria colectiva de los ancuditanos y quemchinos.
Son historias de seres realmente tenebrosos que se unen a lugares donde supuestamente se han encontrado entierros. Otras son más contemporáneas, como la del cirujano que supuestamente recorría la ciudad robando órganos a mediados de los años '90.
Algunos no dan crédito a tales relatos y más allá de si son o no verdad, un escritor local ha ido recopilando este anecdotario público para volcarlo en un libro que verá la luz en los próximos meses.
Domingo "Chililo" Ojeda Barría entre línea y línea ha ido reconstruyendo su vida y la de sus amigos del popular barrio Bórquez Solar, donde nacen muchas de estas leyendas.
Hace poco dio a luz su obra autobiográfica "Historia de amor en Quemchi". En revisión están dos nuevas creaciones literarias: "Vivencias de mi barrio" y el de leyendas urbanas.
Entierro
Una de esas historias es la del entierro de la Piedra Blanca, donde se emplazaba el ex campamento del mismo nombre, en lo alto de la costa norte de la ciudad de Ancud.
"Veníamos subiendo de noche desde la playa Los Molinos, abajo de donde está la piedra y de repente no pudimos seguir porque nos encontramos en medio de un bosque. De un momento a otro se desapareció el bosque y hallamos la huella", comenta de uno de los misterios tejidos en torno al sector.
Respecto a la leyenda misma de los entierros, Domingo cuenta que "en esos tiempos los españoles buscaban lugares que fueran reconocidos por ellos fácilmente, como un árbol o una piedra, así que recorriendo por acá encontraron la piedra blanca y ahí enterraron sus tesoros, y de eso ya se han encontrado algunos, porque cuando yo era joven vi doblones de oro grandes y pesados".
Agrega que "se cree que el tesoro ese lo cuida el diablo o el maligno, como se dice en Chiloé, por eso cuando uno va a sacar el entierro ve visiones terroríficas y la técnica es ir solo hombres en número impar y no llevar ningún motivo religioso ni hablar de Dios".
Cuenta Ojeda que cuando se construyó el Parque Piedra Blanca, hace unos años, se conglomeró una gran cantidad de vecinos a ver el trabajo de las maquinarias pesadas, a la espera de ver surgir entre la tierra alguno de los tesoros resguardados. Finalmente no apareció nada.
Otra historia más reciente del mismo sector es la ocurrida a fines de los '80, donde pobladores relatan la presencia del "chancho", una suerte de Cuchivilú, el ser anfibio de la mitología chilota que tiene aspecto porcino.
"Los vecinos contaban que bajo sus casas se ocultaba un animal que se oía como chancho, con tal fuerza que desclavaba los pisos de las viviendas", comenta el investigador.
La criatura era perseguida por los perros del barrio escapando hacia la playa Los Molinos, donde desaparecía y no pocos aseguran haberlo visto sumergirse en el mar o tomar agua salada. En una de esas escapadas el ser cambió de dirección, corriendo hacia Bonilla a la altura de la cancha 22 de Mayo, parapetándose bajo una casa.
El rumor habría corrido rápidamente y comenzó a juntarse gente con objetos contundentes para hacerle frente. Incluso llegó Carabineros a atrapar al animal que aterrorizaba a las familias.
"El chancho de repente salió y nadie fue capaz de tirar ni un solo palo, sino que salieron arrancando. Preguntando cómo era el chanco unos me dijeron que era como un gorila con seis manos y ojos brillantes como linternas; otros relataban que era un hombre grande con dos patas", prosigue el escritor.
Varios habrían seguido al cerdo en su huida hacia el mar, perseguido por los perros. La oscuridad hacía que solo se escucharan los chillidos del animal y los llantos de los canes, de los cuales muchos no sobrevivieron a la batalla contra el extraño ser.
La camioneta roja
Pocos años después de la historia del chancho y la matanza de perros que dejó como testimonio, "Chililo" Ojeda anota uno de los episodios más terroríficos que se vivieran en el norte de Chiloé, donde por cerca de un año el temor se apoderó de las calles ancuditanas en una verdadera sicosis colectiva. Mediados de los '90 fue el periodo de la camioneta roja y su conductor, una historia que todavía atemoriza a quienes vivieron ese episodio.
"Este fue un rumor que se extendió entre Quemchi y Ancud. En esa primera comuna, en las playas de Aucho y Lliuco dicen que llegaba esta camioneta con envases con órganos que le entregaba a la tripulación de un extraño velero y eso se echó a correr por todo Chiloé", expone la fuente.
En Ancud fue donde más creció la historia, que se fue mezclando con hallazgos en sectores ribereños de cadáveres con órganos faltantes. Coincidencias que hacían sospechar de todos quienes tenían camioneta roja de doble cabina, que era el vehículo usado por el supuesto médico que recorría de noche las calles buscando víctimas jóvenes a quienes extraerle las vísceras.
A este mito se unió en los mismos años la historia de "Julia Camisa", cuyo nombre nadie sabe a ciencia cierta de dónde salió, al igual que nadie sabe de dónde apareció tan pintoresco personaje. "Era como una dama de siglos pasados, elegante, con vestidos largos y sombrero ancho con flores, que sentaba a leer en la Plaza de Armas (de Ancud). Hubo gente que llegó a conversar con ella, pero nunca revelaba datos personales", relata.
Una de las particularidades de esta verdadera viajera del tiempo -comparte Ojeda- "es que llegaba a todos los velorios, de noche. Donde había un velorio ella estaba e incluso ayudaba a repartir trago y comida a los concurrentes, como si fuera pariente. Lo raro es que llegaba también a los velorios que se hacían en el campo y tal como llegaba, de repente desaparecía".
Recuerda la fuente que en ese tiempo la gente conversaba acerca de este personaje. "Algunos decían que venía de los ovnis o era tripulante del Caleuche, ya que aparecía y desaparecía y nadie sabía dónde vivía. Un grupo de hombres valientes la siguió varias veces, por la costanera, rumbo a Fátima y relataron que se esfumaba de repente, así que nunca nadie supo de dónde veía ni a dónde se fue porque una de esas veces no volvió a aparecer", menciona el investigador.
Al consultar otras fuentes acerca de estas historias o mitos, muchas de ellas las recordaban bien, con algunos matices, pero siempre atribuyéndoles ser situaciones reales y materia difícil de conversar, por el temor que algunas de ellas siguen causando.