Conozca el médico trotamundos que trabaja en el sur de la Isla
Lleva tres años en Quellón, zona de la que se asombra del nivel de obesidad de la población, y ya está por emprender las maletas, tal como lo hizo alguna vez en África, donde vivió situaciones al límite laborando con Medicus Mundi.
Juan Carlos Diez Carabantes es un español de paso por Chile que trabaja en lo que es su pasión y su profesión, la medicina. Por ser miembro de una organización no gubernamental llamada Medicus Mundi (Médicos del Mundo) ha cumplido destinaciones en varios países del orbe, incluidos unos cuantos en África. A suelo nacional arribó hace tres años, específicamente al entonces fuertemente cuestionado Hospital de Quellón, a ejercer como cirujano.
Nació en la ciudad de Palencia, cerca de Valladolid, en 1958. Su vocación la desarrolló siendo un niño. "Desde pequeño, bien chico, me gustaba ver los animales, los huesos en el cementerio, las calaveras. Entré por primera vez a ver una cirugía a los 13 años, con un cirujano muy amigo de mi padre. Incluso presencié mi primera autopsia con 16 años", reconoce.
Sus estudios superiores los realizó en la Facultad de Medicina en la Universidad de Valladolid. Posteriormente, como muchos ciudadanos españoles, realizó su servicio militar en un hospital para uniformados, en su servicio de cirugía. "De ahí a Madrid durante un año en cirugía plástica en la Clínica La Concepción. Luego estuve dos años haciendo la tesis doctoral sobre trasplante hepático en el Hospital Clínico de San Carlos, el más importante hospital universitario de Madrid", confiesa.
Allí, junto con el desarrollo de su tesis, estaba como médico asistente voluntario en una cátedra formal de cirugía junto a grandes profesionales y académicos. Luego partió a hacer la especialidad de medicina de familia en 1987, de la que recalca que "aprendí bien los conceptos básicos de la medicina, bien aprendidos, en Oviedo, al norte de España, en un hospital universitario también".
Su derrotero incluye un tiempo de hacer medicina urgencia-emergencias, más todos los cursos y exámenes correspondientes para finalmente convertirse en "emergenciólogo", y tener una plaza en el gobierno español desde 1990 en una unidad móvil de emergencia. Como especialidad más tardía desarrolla "la de cirugía general y del aparato digestivo, de cinco años de duración, en el Hospital Rio Carrión, dependiente de la Universidad de Valladolid.
Al extranjero
Su carrera en España abarca desde 1982 hasta 1995, con salidas esporádicas al extranjero para colaborar en Ecuador durante tres meses, y luego algunas pasadas en el norte de África. Todas estas ya como parte de la organización Medicus Mundi International, a la cual adhirió en 1992. "Se trata de una ONG que se dedica básicamente a proyectos de salud y es de origen alemán. Acá en Chile es más conocida Médicos sin Fronteras, pero ambas son importantes organizaciones. Esta última es de origen francés y se ha dedicado más a los proyectos de emergencia, terremotos, eventos catastróficos. Nuestra organización se ha dedicado más a proyectos de desarrollo, que implican estancias más prolongadas y proyectos más estables en terreno, que suelen durar dos a tres años", menciona.
Cuando se encontraba haciendo la especialidad de medicina de familia en Oviedo, el presidente del capítulo de Medicus Mundi, que era el jefe de cirugía del hospital, le informó sobre las posibilidades de ir a trabajar a un centro asistencial que tenía la organización en África, concretamente en Burundi, en la zona de los Grandes Lagos. Para esa época Diez estaba haciendo los estudios de medicina tropical para viajar a ese continente, y coincide con el inicio del sangriento conflicto entre hutus y tutsis en 1994.
"Al hospital donde iba a ir a trabajar, que había sido fundado por religiosas, un hospital de misión, daba un apoyo grande a la población hutu. Me avisan desde la sede de la organización en Asturias que se había cancelado el proyecto Medicus Mundi en Burundi, donde me haría cargo del hospital, como médico, como cirujano, como todo, porque habían entrado los tutsis destruyendo el hospital, quemando todo y habiendo masacrado a gran parte del personal hutu y a la mayoría de los enfermos que habían", comparte.
Si bien el episodio tuvo en efecto providencial en la vida de la fuente, "el conflicto derivó en un genocidio que cobró la vida de cerca de un millón de personas entre Burundi, Ruanda y el Congo (República Democrática)", señala Diez.
Presencia
Medicus Mundi tiene delegaciones en distintos países europeos y en España a su vez posee algunas subdelegaciones. Así es como este médico salió al extranjero como miembro de la correspondiente a Asturias, con cuyos compañeros fue un hospital de Malawi, en África Oriental, donde estuvo tres años en el proyecto. De ahí rumbo a Mozambique como integrante de Medicus Mundi Cataluña. La lista de países donde ha desarrollado labores médicas incluye también Ecuador y Mozambique. En Malawi aclara que él era el único médico en un establecimiento de 300 camas "y tenía que hacer absolutamente todo".
Enuncia que "uno aprende a operar cesáreas en un hospital con un ginecólogo, anestesista, una paciente que viene cuidada, si hay una complicación se resuelve todo en una UCI. Allá uno está solo, tenía que hacer la anestesia, hacer la cesárea, reanimar al niño y volver a lavarse para cerrar a la madre. Ayudado por un enfermero, en el mejor de los casos".
Ejercer la medicina en condiciones extremas es una experiencia fuerte, "pero cuando uno se encuentra en medio de una epidemia de cólera, con mucha gente muriendo, donde no hay agua ni para lavar los excrementos de los pacientes, uno quiere huir de allí rápidamente. Eso sucedió en Mozambique", confiesa.
Suma que en 1997-1998 ocurrió una epidemia en ese país y no se supo mucho a través de los medios internacionales. "En el área donde yo estaba uno iba a las poblaciones y olía a muerte. Eran cientos los muertos. Al hospital llegaban 30 o 40 afectados por día en situación realmente mala y, por tanto, la mortalidad era muy alta".
Cuenta que en Malawi, cuando hubo cólera, al menos contaba en su recinto con un pabellón de cólera "y teníamos harta cantidad de suero para infundir, para hidratar a los pacientes, aunque siempre es insuficiente en esos casos", evoca.
Reflexiona que "se convive todos los días con la muerte. En el hospital teníamos una media de mortalidad de niños menores de 5 años de tres al día… A mí se me morían tres niños al día, de distintas enfermedades. Como base la malnutrición, pero también malaria, infecciones respiratorias, neumonías bilaterales, sumado a cuadros diarreicos. A veces coexistían cuatro o cinco enfermedades que en un organismo sumamente debilitado por la desnutrición y no había cómo apoyarlo".
Otro caso dramático vivido por Diez en África es el de una cesárea que tuvo que atender en que la paciente llegó en muy malas condiciones: "Mi primera cesárea en Mozambique, de una mujer que venía con una placenta previa, llega sin sangre prácticamente al hospital, y al abrirla, de vida o muerte, se me murió en la mesa de operaciones. La sensación que queda al venir de un hospital con todo a llegar a uno sin nada, a las 2 de la madrugada, operando con una linterna, sin poder ponerle sangre a la paciente y que esta fallezca durante la cirugía. Eso fue realmente desesperante para mí".
Dentro de ese nivel de experiencias negativas apareció un punto positivo que destaca el galeno: "Lo más positivo era la alegría de la gente, la sonrisa de las personas. El africano es un ser humano que tiene una alegría innata. En el hospital donde estábamos estaba en la selva, muy remoto, alejado de ciudades, y las mamás o las abuelas, los familiares, que a pesar de haberse muerto un ser querido, un niño, con todo su dolor, uno les sonreía en señal de apoyo o cariño, y siempre devolvían una sonrisa multiplicada por diez. Esa es la gasolina con que se cuenta para aguantar esas situaciones complicadas".
Chile
Diez aparece en Chile en septiembre de 2013 producto de una solicitud que hizo el Ministerio de Salud a la Asociación Española de Cirujanos, pidiendo un cirujano general para venir al Hospital de Quellón, en vista que la plaza existente no se cubría por un cirujano local. "Yo estaba valorando la posibilidad si venir a Chiloe era a venir a dar servicio a una comunidad, a Quellón, aislada, desprotegida y poco apoyada desde el punto de vista de las especialidades, y me pareció atractiva la idea".
Aclara que esta destinación no se enmarca en el trabajo de Medicus Mundi. "Esto es distinto. Yo dejé mi puesto de trabajo en España como emergenciólogo en Valladolid y solicité un permiso especial de colaboración con el Minsal para poder dejar mi trabajo y venirme", justifica.
De cara a la realidad de la sanidad en el Archipiélago, o en Quellón más bien, como testigo privilegiado enfatiza que "uno tiene que saber lo primero es la prevención de la enfermedad. Realmente en prevención las personas no están muy bien formadas".
"Lo que llama la atención en Quellón es la mala y excesiva alimentación que tiene la población. La epidemia de obesidad que existe en gente joven, especialmente mujeres, muy jóvenes y no tan jóvenes, con sus problemas asociados a la obesidad muchas veces extrema: hipertensión, diabetes, accidentes cerebro-vasculares, problemas digestivos, artrosis. Cuando uno habla de esos problemas es como que no le creen, incluso alguna vez me dijeron por qué yo insistía tanto en ese tema", reconoce.
Apunta que extraña una labor de consultorios más fuerte, más sólida, "donde los problemas no lleguen directamente al hospital, sino que sean filtrados por la atención primaria. Que pudiera apoyar, incluso los fines de semana, a la gente que está enferma en sus hogares. Muchos enfermos tienen que venir al hospital por falta de cuidados en el domicilio. Hace falta una organización básica de atención primaria que es básica en salud".
Aclara el facultativo que "no critico a mis colegas de a atención primaria, yo creo que hacen lo que pueden, pero necesitan más apoyo, más recursos. Muchas veces la población cree que la mayor parte de los recursos deben irse a especialidades y a veces la salud bien entendida comienza en los niveles más básicos, y son los más importantes. Son los que controlan los problemas básicos de salud cono la diabetes, la hipertensión, nutrición, desarrollo. Apoyar a la APS es importante para Chiloé y Quellón en particular".
Su tiempo en Chile está llegando a su fin. Regresa a España en junio. "Me voy contento porque creo que los objetivos que venía a hacer están hechos", concluye Diez.
"Allá uno está solo, tenía que hacer la anestesia, hacer la cesárea, reanimar al niño y volver a lavarse para cerrar a la madre".
Juan Diez Carabantes,, médico cirujano español.
"Lo que llama la atención en Quellón es la mala y excesiva alimentación que tiene la población".
Juan Diez Carabantes,, médico cirujano español.