Natalia, la estudiante chilota ciega que vence la adversidad
Con apenas 20 años de edad y un largo camino recorrido esta joven ancuditana se ha convertido, con el apoyo de sus cercanos, en un ejemplo de superación y trabajo para derribar las barreras que le impone su ceguera.
Un verdadero símbolo de lucha y perseverancia por torcerle la mano al destino y a las barreras de la sociedad es lo que demuestra la estudiante ancuditana Natalia Barría González.
La joven que padece ceguera sabe lo que significa hacer frente a los más diversos obstáculos que ha debido enfrentar desde una temprana edad y que ha logrado sortear gracias al esfuerzo y amor de su familia.
Con 20 años y con el apoyo de un bastón se desplaza a diario entre su residencia en Valdivia y las aulas de la Universidad Austral de Chile, donde ha comenzado a pavimentar su futuro a través de la carrera de Psicología.
Pero para llegar a esta etapa, la ancuditana tuvo que atravesar por todo un proceso que tiene su génesis en la Escuela Anexa, donde desde sus 7 años de edad tuvo que abrirse paso literalmente en la oscuridad.
Su condición de no vidente aparecía como la primera valla por superar tomando en cuenta que el sistema de educación municipal en aquel entonces no contaba con un programa para casos especiales. Solamente el sistema braille le permitiría a esta chilota comenzar con mucho esfuerzo a forjar sus estudios primero en Ancud y más tarde en Valdivia, donde el 2015 concluyó su enseñanza media.
"Estábamos muy desesperados porque como no había colegio para niños ciegos aquí en Ancud y estábamos preocupados porque estaba entrando a los siete años y pensamos que no iba a poder estudiar", recordó su madre, Ruth González.
A raíz de esta falencia en el sistema de educación municipal, la mujer acudió al alcalde de la época, Pablo Ossio, quien atendió el caso de Natalia para poder estudiar de la mano de una docente con las competencias y estrategias pedagógicas para enseñar a leer a quien no tiene el sentido de la visión.
Una propuesta surgida en la Corporación Municipal de Educación, Salud y Atención al Menor de Ancud permitió que la profesora Elizabeth Gallardo recibiera el perfeccionamiento profesional necesario, quien a la larga se convirtió en una persona determinante para sellar el futuro escolar de la joven.
"Ella le hizo clases de primero a octavo año y de allí pasó a primero medio", compartió a la progenitora, añadiendo que con el término de educación básica reaparicieron viejas interrogantes en la familia de comerciantes chilotes: ¿A dónde la mandamos?, ¿qué va a pasar?".
A valdivia
Siempre con la orientación de su profesora surgió la posibilidad de cursar la secundaria en el Liceo Armando Robles Rivera en Valdivia, donde la joven vivió una etapa que finalmente marcó su lucha por insertarse entre sus pares de manera igualitaria.
No fue fácil, admitió Manuel Barría, padre de la universitaria, al considerar las complejidades y desventajas que implicó para una persona ciega tener que desenvolverse en un mundo desconocido.
A la luz de los resultados y tras recorrer un largo camino, el chilote catalogó que el paso que ha dado Natalia "es lo más grande, porque es lo que ella es lo que quiere hacer, quiere ser algo en la vida, salir adelante por sí misma".
Otra institución determinante en la continuidad estudiantil fue el Departamento de Administración Escolar Municipal (DAEM), dependiente del municipio valdiviano, que cuenta con el Plan de Integración Escolar (PIE) en los establecimientos educacionales, al cual accedió Natalia siendo parte del segmento de alumnos con necesidades educativas especiales.
El propietario del restaurant El Cangrejo recordó que "cuando nuestra hija llegó a octavo, sentimos de nuevo que el mundo se nos venía encima. No teníamos un lugar en Ancud donde Natalia pudiese hacer su enseñanza media. Fue entonces cuando averiguando y buscando opciones mi esposa dio con el coordinador de educación especial del DAEM de Valdivia, Martín Echeparreborde, quien hizo todas las gestiones dando con un liceo e internado para que Natalia continuara sus estudios en Valdivia".
Y no solo eso. Este funcionario pasó a convertirse en el apoderado y guía de la isleña, a quien trasladó cada fin de semana entre el internado y el terminal de buses, para sus visitas a la Isla, durante los cuatro años de enseñanza media.
La joven dio otro gran paso al rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Sobre ello evocó que "me costó harto igual, es una gran alegría y haber cumplido un sueño igual".
Natalia Barría admitió que si bien la experiencia de vida universitaria ha sido gratificante, de todas formas tuvo que adaptarse a las condiciones arquitectónicas del campus Isla Teja.
Mencionó que "ha sido buena, entretenida, en los primeros días me perdía, pero encontré una compañera y con ella tomé la misma carrera, en los primeros días le pedía que me pasara a buscar".
UACH inclusiva
El programa de responsabilidad social UACh Inclusiva es uno de los pilares fundamentales en la marcha de la vida académica de aquellos estudiantes que cuentan con algún tipo de discapacidad y que se integran al mundo universitario.
Rodrigo Reyes, encargado de la unidad, enfatizó que "sumarse a este programa implica que ella tiene ciertas adecuaciones curriculares para estudiar, las barreras actitudinales y barreras arquitectónicas son las principales problemáticas de una persona que tiene algún tipo de discapacidad; sí, uno rompe las barreras, las personas en situación de discapacidad pueden llevar una vida casi absolutamente normal".
Ejemplificó que este programa, en el caso de los no videntes, cuenta con recursos tales como una impresora de sistema braille permitiendo con el apoyo de un tutor transcribir documentación impresa para que la joven pueda estudiar. Se agrega el programa informático JAWS (siglas de Job Access With Speech), consistente en un lector de pantalla que le facilita el trabajo a la alumna en formación.
En suma, son herramientas claves que ayudarán en el largo camino formativo de esta alumna chilota que se abre paso para un nuevo logro: ser profesional.
"Estábamos desesperados porque no había colegio en Ancud".
Ruth González,, madre de Natalia Barría.
"Es una alegría grande, me costó harto haber cumplido un sueño".
Natalia Barría González,
estudiante de Psicología, de la UACh en Valdivia.
DOCENTES
Desde la misma Universidad Austral de Chile, en la casa central de Valdivia, se ha trabajado con el equipo docente para que sepa interpretar el concepto de inclusión en las aulas de clases. "La idea es que personas con discapacidad y centrándome en Natalia, no es que vaya a tener pruebas más fáciles, pero sí a lo mejor necesita más tiempo para realizar una prueba u otras condiciones para realizar su trabajo", reflexionó Rodrigo Reyes, de la unidad UACh Inclusiva.
1er año de su carrera de 5 en total cursa la chilota en el campus Isla Teja de la UACh.