Eduardo Frei Montalva, a 34 años de su muerte
En enero de 1982, sin quererlo, los chilenos fuimos testigos de uno de los crímenes más ignominiosos que recuerda la historia republicana de nuestro país, el asesinato del Ex -Presiente Eduardo Frei Montalva. Su incuestionable liderazgo, su prestigio internacional y su estatura moral eran una amenaza para la dictadura de Pinochet, razón por la que lo asesinaron cobardemente.
Cuando se cumplen 34 años de su muerte, los Demócrata Cristianos de todo Chile recordamos a un hombre cuyos sueños y su gobierno cambiaron la vida de las chilenas y chilenos, teniendo como norte la justicia social, que es la razón de ser de la Democracia Cristiana.
Frei Montalva, dando vida a la doctrina social cristiana, impulsó un ambicioso plan de gobierno que llevó adelante reformas tan profundas como la reforma agraria; la sindicalización campesina; la reforma educacional; la promoción popular, que en palabras simples era promover la organización comunitaria de los chilenos y las chilenas, para de esa manera pudieran luchar juntos por mejorar las condiciones de vida de cada miembro de su comunidad; la chilenización del Cobre; la nacionalización de la Compañía Chilena de Electricidad; la creación de la Televisión Nacional de Chile; la creación de la Ley de Seguro Obligatorio contra accidentes del Trabajo y enfermedades Profesionales; la creación del Duoc y del Inacap; estas y muchas más, fueron impulsadas por su gobierno.
Frei Montalva contribuyó a hacer de Chile un país moderno, lo hizo con la fuerza de las ideas, las mismas en que hoy creemos y que queremos seguir impulsando. Fue un demócrata, no buscaba someter sino convencer, pero sabía levantar la voz para defender sus ideas, nunca renegó de lo que pensaba y sí que pagó costos, hasta entregar su vida.
"Don Eduardo", como todos le decían, era un líder que convencía a las personas de su propio valor y de su capacidad de lograr grandes propósitos y de hacerlo en comunidad, porque era justo y era posible. Fue un constructor de Estado, pero también fue un extraordinario constructor de partido. No se pasa de ser un movimiento pequeño al partido más votado del país, como ocurrió en 1963, sin tener capacidad de acoger e interpretar a una amplia mayoría social, con un espíritu de apertura, que es el imperativo que tenemos hoy como partido.
Hoy la Democracia Cristiana requiere de la unidad para convencer y cumplir con su rol histórico. Desde luego, el mejor legado de Frei es reflejar hoy el espíritu que lo animaba de encontrar las respuestas nuevas para los nuevos tiempos. Tal como el propio Frei Montalva, lo dijera en la reunión que tuvo lugar en el Teatro Caupolicán a propósito del Plebiscito de 1980: "Somos la continuidad histórica de Chile y es a la Patria misma la que nos debemos".
Para terminar, quiero recordar parte de la Homilía del Cardenal Raúl Silva Henríquez, en una catedral repleta de hombres y mujeres que venciendo el temor, aquel verano de 1982, quisieron despedir a una de las figuras más preclaras de la historia republicana de nuestro país. Sus palabras sintetizan lo que fue don Eduardo Frei Montalva, con toda una vida al servicio de un ideal, y una trayectoria de consecuencia y dignidad: "Ven bendecido de mi Padre, yo tuve hambre y tú me diste de comer en los pobres de Chile. Yo estaba sin casa y tú me procuraste una habitación digna para mí. No tenía tierra para trabajar y tú supiste reconocerme en los campesinos de Chile. Yo estaba en la cárcel y tú me fuiste a ver. Yo me encontraba humillado y tú levantaste tu voz para defender mi dignidad.
Cozut Vásquez González,
Presidente D.C. Distrito 57