El dulce sueño de Terralluvia que cobra fuerza en medio de los bosques chonchinos
eduardo.burgos@laestrellachiloe.cl
Una dulce historia es la que se cultiva en el sector de El Roble, en la comuna de Chonchi, donde la pareja conformada por Egor Vargas y Gloria Benavente se ha dedicado a producir distintos tipos de berries, entre los cuales la murtilla o murta es la reina indiscutible de este bucólico paisaje, que entre arroyos y bosques milenarios mira desde lo alto el lago Huillinco y que se ha convertido en el escenario de un sueño que ha ido cobrando vida y sabor.
A poco conversar Egor deja ver su fascinación por la murtilla, que dice lo ha acompañado desde la niñez, en su tierra natal de Queule, al sur de la Región de La Araucanía; una tierra que aparte de mostrarle a temprana edad este pequeño fruto silvestre que se ha transformado en su pasión, también le presentó a su compañera de sueños, con quien decidió emprender un camino conjunto, que poco a poco ha ido dando resultados y abriéndose a mercados insospechados.
Es una aventura familiar, advierten los protagonistas principales de esta historia, quienes junto a sus pequeños hijos dan vida a Terralluvia, el nombre que eligieron para una serie de productos extraídos de esta delicia del sur de Chile, que ha cautivado a los más finos paladares.
Hace solo un par de años Terralluvia participó en la Expo Bosque Chiloé, que cada año se realiza en Chonchi, donde sus productos acapararon la atención de muchos de los asistentes, logrando una serie de contactos que más allá del interés se transformaron en negocios concretos.
"Por qué se llama Terralluvia y no un nombre relacionado con la murta, es porque en las ferias también nos presentamos con artesanías, en las que me ayudan mis hijos y nos van muy bien", cuenta Gloria, añadiendo que "también en la época de los huevos, vendemos huevos; es todo un complemento de cosas que hacemos, no solamente la murta o las conservas, sino que siempre estamos haciendo cosas y agregando productos nuevos".
productos
En orden cronológico, resalta esta asistente social convertida a la agroecología, primero fueron las plantas de murta, luego las conservas, las artesanías y otros productos que se han ido sumando.
"Nosotros armamos nuestro proyecto de vida para vivir acá en la Isla (Grande)", cuenta Egor, advirtiendo que "yo siempre he sido ingeniero (civil industrial) de profesión, pero agricultor de vocación", admitiendo su anhelo de toda la vida, el de trabajar la tierra, pero cultivando, ya que hasta hace unos pocos años lo hacía de otra forma, laborando en el norte, sobre todo en la Corporación Nacional del Cobre, no extrayendo frutos, sino que los minerales del subsuelo.
Su misma profesión es la que le permitió elaborar un sistema de riego tecnificado, que funciona con energía solar y "como reloj", ya que incluso se han dado el lujo de pasar varios días sin estar personalmente echando a andar y parando de forma manual los aspersores, sino que este ingenio de Egor ha funcionado prácticamente solo.
A esto suma la incorporación de malla antimaleza, con lo cual logró atajar a una de sus principales enemigas al momento del crecimiento de sus plantas, además de las que el profesional define como sus mejores aliadas, a un plantel siempre en crecimiento de lombrices californianas que proveen de nutrientes a través de humus y aireación a los arbustos frutales.
selección
El ingeniero relata que lo primero fue, literalmente, "experimentar", detallando que "comenzamos viendo si conseguíamos reproducirla, si daba frutos. Y así hicimos la selección natural, recogiendo frutos de todos los lugares de la Isla, en lo cual demoramos 4 o 5 años".
De todas esas variedades se quedaron con una veintena, que van desde la roja intensa, hasta una que al madurar posee como característica un color verde. "Comenzamos cultivándola para tenerla como una 'joyita', pero al pasar del tiempo se da la oportunidad de mostrar nuestras plantitas en la feria del Bosque Nativo y en la costumbrista, a donde llevamos muchas plantas para vender, lo cual no fructiferó, porque la gente está acostumbrada a si quiere una planta va a Cucao y la saca", cuenta Vargas.
Como la primera idea tuvo poca demanda, se decidieron a comercializar frutos, preparar licores y hacer conservas, con lo cual apuntaron al mercado local primeramente, obteniendo buenos resultados en el casino Enjoy y en el supermercado Brújula Market de Castro. "En todo esto, para llegar a estas recetas, a estos sabores y texturas, pasaron por lo menos 10 años", admite la fuente, advirtiendo que si bien no descubrieron la rueda, si pudieron comprobar que sin aditivos las conservas de murtilla podían guardarse por varios años. "Recién cuando eso pasó, las salimos a vender", recuerda Egor.
En esta parte, también destaca la decisión de cultivar y fabricar todos los productos en forma orgánica como una opción de vida, propiciada por su esposa, quien lidera la microempresa que todos los años, sobre todo en época de cosecha (abril y mayo) se convierte en una verdadera fiesta, donde interviene toda la familia.
"La murta tiene, por ejemplo, más antioxidantes que el vino", enfatiza Gloria, detallando que esta preciada característica que beneficia la salud, puede ser lograda al consumir esta especie en forma de té de su hoja, al cual se le puede adicionar la propia fruta, para darle un sabor más intenso y dulce. Esta mezcla también ya está siendo comercializada por Terralluvia, con hojas y fruta seca.
"El aroma de la fruta es mucho más fuerte y la gente que lo ha probado ha quedado muy satisfecha, aunque le queremos agregar más fruta, para intensificar el aroma y el sabor", dice la asistente social.
La misma productora se confiesa "feliz" de lo que hace, detallando que "no paramos en todo el día, sacando pasto, limpiando, ordenando, viendo las plantas, donde todos, incluso los niños, mi mamá, unos primos, todos ayudan en la época de cosechas. Aparte que vivir en el campo es impagable", manifiesta.
A este mismo sentimiento se suma Egor, que sigue viajando de forma periódica a las grandes mineras del norte, a realizar trabajos de mantenimiento. "Ya no me quiero ir", dice, añadiendo que "quiero estar definitivamente en Chiloé, desarrollar este fruto y ojalá que más personas se sumaran a hacer lo mismo, porque este es un producto de mucha proyección".
Son 300 o 400 kilos que anualmente entregan a Enjoy, más otros 200 tantos al restaurante Brújula. Eso en "bruto", porque los Vargas-Benavente quieren dar valor agregado a sus productos. A conservas, pastas y fruto fresco o congelado, el matrimonio sumará otras variedades y hace unos pocos días comenzó los trámites para el permiso de producción de alcoholes y licores artesanales y salir al mercado con un cóctel de murtas, que para quienes lo han probado no tiene nada que envidiar a licores de fama internacional.
El número de contacto para Terralluvia es el 78093319. J