Las tropas que disparan balas de esperanza
cronica@laestrellachiloe.cl
Emplazado en el populoso barrio Bonilla de Ancud, hace unas semanas atrás el Ejército de Salvación cumplió 28 años de labor social y espiritual, lo cual les ha convertido en parte importante de la comunidad.
Desde sus inicios, incluso 4 años antes de su inauguración en junio de 1987, ya existía una avanzada dependiente del Cuerpo de Puerto Montt de la institución cristiana. Esta detectó las necesidades del recientemente creado barrio y decidió la instalación de una misión local.
Actualmente, la institución se ha convertido en un pilar fundamental para las familias del sector, que en un gran porcentaje tienen a mujeres como jefas de hogar y muchas veces no tienen con quién dejar a sus hijos al momento de salir a trabajar.
"Desde que comenzó a funcionar, el Ejército de Salvación ha cumplido su labor para la que fue destinado, tanto en la parte social, como en la parte espiritual también", comenta la presidenta de la Junta de Vecinos Las Rosas de Bonilla, Alicia Nauco.
GENERACIONES
La dirigenta es enfática en señalar que "hay muchas generaciones que han pasado por ahí, donde han sido apoyados espiritualmente y también en lo material, como en la alimentación, donde en los años más crudos de este país los jóvenes siempre contaron con el apoyo de esta institución".
Entre estos respaldos que menciona Nauco, se cuentan colaciones y cenas para los menores, que van de los 5 a los 18 años, y que además tienen derecho al uso de internet para las tareas, como a diversos talleres, ejecutados por los propios miembros del Ejército de Salvación.
"Después que los niños salen de su jornada escolar, se les recibe con un refrigerio que consiste en una leche con un pan o galletas y de ahí vamos variando lo que es recreación con el tiempo que requieren para hacer sus tareas", enfatiza el teniente Ricardo Cisternas, encargado de la misión en Ancud.
Agrega el religioso que dentro de los talleres se cuentan los de "artes creativos, como música, donde están los de guitarra, batería, teclado, bajo y pandero. No contamos con personas que nos ayuden con esto, pero como nosotros sabemos de música somos quienes los impartimos", precisa, refiriéndose a él y a su esposa, la teniente Elizabeth Guerrero.
El oficial señala que la gran mayoría de los menores atendidos son del sector de Bonilla y las otras poblaciones aledañas, a los que se han ido sumando otros escolares, derivados por establecimientos de la zona.
"Estos son chicos, tal vez no con muchas necesidades económicas, como era en los primeros tiempos donde se nos dio el nombre de 'comedor abierto'. Ahora se trata de niños que llegan a su casa del colegio y no hay nadie, y si tienen que hacer tareas, por ejemplo, no tienen quién les ayude", advierte Cisternas.
RIESGOS
En ese sentido, la institución ha servido además para evitar que los menores estén en las calles, expuestos a los peligros que esto conlleva, con lo que están de acuerdo tanto los directivos del Ejército de Salvación como los dirigentes sociales del sector Bonilla.
"Son los chicos que tienen esa carencia, que los papás tienen que trabajar, o que viven solamente con la mamá y esta trabaja, entonces, como no tienen con quién dejarlos, nosotros los atendemos y antes que se vayan a sus casas les damos además una cena", relata el directivo del centro cristiano.
"Hay muchas mamás que trabajan en pesqueras e, inclusive, en este tiempo muchas de ellas tienen que viajar a laborar a Quemchi, Castro, Dalcahue o Chonchi y eso significa que salen muy temprano en la mañana y llegan de noche a sus casas, y es ahí donde el Ejército de Salvación cumple una gran labor que va más allá de entregarles una alimentación", expresa Alicia Nauco.
La misma dirigenta advierte que "las mamás tienen la confianza y la seguridad que en este proyecto, cuando ellas llegan a sus casas los niños ya han cenado y además han hecho sus tareas y pasado la tarde en un lugar seguro, sin temor a los peligros de la calle o de estar solos en sus casas, reforzando también sus valores espirituales".
Otro aspecto a resaltar es la integración que existe entre el Ejército de Salvación en Ancud y la comunidad a la que atiende, siendo ya parte integral de ella, donde la relación que existe con los vecinos ha ido aumentando con el tiempo.
"Tenemos una relación muy fluida y ellos son un aporte para el sector", recalca la presidenta de Las Rosas de Bonilla.
Esa misma cooperación de la que habla la dirigenta se vio reflejada años atrás en la enorme campaña que realizó la institución para ir en ayuda de los damnificados del terremoto del 2010, donde reunieron toneladas de donaciones y las fueron a entregar a la zona afectada.
PRESUPUESTO
Hace un par de años la institución sufrió una gran baja en su presupuesto anual e, incluso, estuvieron a punto de cerrar el centro de atención que funciona en Bonilla, ya que las donaciones pecuniarias que provenían del extranjero fueron redestinadas a otros países con mayores carencias en su población.
"Recibimos algo del extranjero y además la Municipalidad de Ancud nos entrega una cuota anual de 3 millones de pesos. Lo otro que se recibe y que ha bajado en más de un 60%, es lo que llegaba de Australia y Holanda, entonces, esos recursos ya se están derivando a otros lugares donde se ve, entre comillas, más pobreza", explica Cisternas.
Con esos pocos recursos, los del Ejército de Salvación se las arreglan para sobrevivir y entregar esta importante atención gratuita a los niños y niñas de Bonilla. A lo que se suma el aporte de privados, entre los que el oficial destaca el de Casa Vera, señalando que "ellos nos hacen unos muy buenos descuentos y a veces no regalan cosas, como lácteos". J