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Jerónimo Saiz es un médico muy respetado de España, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, y resume a la hipocondría así: "Es una actitud más que una enfermedad concreta".
Saiz, entonces, asegura que esta condición se encuentra escondida en lo más remoto de nuestra mente y no corresponde a una cuestión física. Su origen, añade, es una "desproporción continua y grave de la atención hacia su salud". Y eso, dice, magnifica su percepción de sensaciones y mentes.
Existe, además, una estrecha relación entre la hipocondría y la depresión. Según un estudio del Hospital General Kamitsuga de Japón las personas depresivas son más propensas a exagerar sus síntomas. El recinto analizó a 86 pacientes de depresión y determinó que 49, es decir el 57%, muestra rasgos de hipocondría. Se puede, además, generar en personas que sufran otro tipo de patologías.
"Se puede dar en personas que estén sometidas a estrés o que tengan trastornos afectivos o basarse en un factor de aprendizaje, por imitación: sabemos que en familias con hipocondríacos hay más hipocondríacos", dice Saiz.
El tratamiento
Por eso, porque es una condición netamente mental, la hipocondría, tranquiliza Saiz, se puede curar. Y para ello es, necesariamente, pasar por el diván. O al menos por una consulta con un sicólogo o siquiatra. Lo que se debe hacer, explica el perito en mentes perturbadas, es realizar una terapia cognitiva que ponga en contacto al paciente con los síntomas que percibe.
"Por ejemplo, a pacientes asustados por tener manchas en la piel, hay que explicarles que se pueden tener manchas sin que eso implique padecer un cáncer", expresa el especialista. Así, se puede reducir esta también llamada "ansiedad por salud". J