Al rescate de anciano que vive en la miseria
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"Don Chindo" se ha quedado solo. Con sus 91 años a cuestas se las arregla para sobrevivir en su pequeña mediagua de apenas 12 metros cuadros, ubicada en la apartada isla de Aulín, comuna de Quemchi. Se alimenta como puede, casi siempre ayudado por los vecinos, y pese a estar casi postrado se levanta para recoger agua de una turbia acequia. Cada día es una lucha personal que ahora suma una esperanza.
Hace años que José Rudecindo Mansilla se encuentra librando esta batalla. Sin embargo, antes no era tan compleja su vida. Incluso, fue uno de los pobladores más reconocidos de esta pequeña ínsula, ya que era el encargado del templo del sector, el principal motor social de la comunidad.
Así lo recuerda Arturo Mansilla, párroco de Mechuque y quien lidera la campaña destinada en ir en ayuda de este querido isleño. "Fue el fiscal de la capilla por mucho tiempo y luego se quedó solo", explica el sacerdote, quien reconoce las precarias condiciones en que se encuentra.
"Me espanté al ver cómo vivía", indica el religioso, en especial, porque el anciano no tiene los servicios básicos y su entorno es altamente vulnerable.
"Su hogar siempre está lleno de humo por una estufa en mal estado. Apenas se cocina solo y depende de la ayuda de los vecinos que a veces le llevan pan y otras comidas. El agua de una especie de arroyo tampoco es buena... no son condiciones para un ser humano", aclara el sacerdote.
Al verificar el cambio sufrido por Mansilla, el también párroco de otros territorios insulares, como Voigue y Caguach, de inmediato activó las redes de apoyo con el Obispado de Ancud y particulares para ir en su rescate.
Por ello, se organizó un operativo como primera intervención en beneficio de este desvalido chilote. La idea era conocer su real estado de salud y diagnosticar sus principales requerimientos, no tan solo médicos, sino también sociales.
Con este objetivo se embarcó un equipo conformado por cinco personas que comprobó en carne propia las difíciles condiciones en que debe subsistir este abuelito. No solo navegaron casi una hora y en una lancha rápida. También debieron esperar que la marea bajase para poder tener conectividad por tierra y después de cubrir un par de kilómetros llegaron hasta la mediagua.
contingente
Junto al padre Arturo Mansilla, se sumó en esta verdadera travesía el asistente social del Obispado de Ancud, Julio Águila, y tres voluntarios de la ONG Chiloé SOS, un equipo encabezado por el encargado de logística de la organización, Rodrigo Venegas, quien también se mostró impactado por la forma en que vivía "Don Chindo".
"El padre Arturo habló con nosotros, nos explicó el tema y coordinamos el viaje. Llegamos con mochilas tácticas, implementadas para estos dispositivos. Al verlo comprobamos su situación de abandono y diversos problemas de salud que presentaba", acotó el profesional.
Agrega que el isleño "presenta un avanzado proceso de desnutrición, está unos 20 kilos bajo su peso normal. También comprobamos que tiene cataratas bilaterales, escaras y otras lesiones, como una en el ombligo". A ello, se suma el peso de los hongos y hasta el hollín impregnado en su cuerpo por el deficiente estado de su incipiente calefacción.
Durante toda la jornada fue examinado el vecino dentro de lo que fue calificado como una intervención de urgencia, más al considerar que había pasado un largo lapso en que las rondas médicas que visitan la zona no sabían nada del estado de este anciano.
Pese a la desconfianza que pudo generar en algún momento tanta auscultación, más de una sonrisa se vio en el rostro de José Rudecindo. Sabía que todo se trataba de ayuda, que la intención es no dejarlo solo, ir en su rescate. Después de tanto tiempo se sintió acompañado.
Este sentimiento fue claramente detectado por quienes acudieron a este dispositivo, por lo que no dudaron en programar otro y gestionar la salida del vecino de lo que puede llamarse su hogar.
"Buscamos ir con otro equipo, esta vez más numeroso, ojalá cercano a los 10 profesionales que le puedan entregar otra ayuda, más integral y no solo examinarlo otra vez o hidratarlo, sino que hacer un nexo para poder sacarlo y llevarlo a realizarse estudios más profundos a un centro asistencial, puesto que don José puede tener otra patología", enfatiza Venegas.
Las coordinaciones médicas las está efectuando personal de la ONG, mientras que toda la gestión por encontrar una casa digna para el "tata" las está viendo el Obispado de Ancud. Como recalca el asistente social de la diócesis, Julio Águila, el miércoles recién pasado se realizó una reunión en que emergieron positivas noticias.
"La idea es que esta persona pueda estar en una mejor condición; por ello realizamos un encuentro con la gente del hogar San Francisco de Castro recibiendo una buena respuesta, ya que podrán acogerlo", asevera el trabajador social.
La próxima semana se podría concretar el traslado del isleño al recinto emplazado en el sector Gamboa de la capital chilota. "Ya estamos tramitando una lancha para llegar con todo el equipo y sacarlo de ahí", añade, especificando que "buscamos que puede contar con los cuidados correspondientes, porque en Aulín está solo. Ahora podría tener más compañía".
ATENTOS
Esa es la intención de este grupo de chilotes. Una obra solidaria que espera extenderse con otras personas desvalidas. Bien lo refleja Águila, señalando que "como pastoral social estamos atentos a los casos que nos puedan comunicar las parroquias o los mismos vecinos, como ocurrió en este caso. La gente de Aulín se comunicó con el padre Arturo para solicitarle apoyo".
El mismo sacerdote confiesa la verdadera premisa que mueve todo esto, detallando que "muchas veces nos olvidamos de la realidad que viven los ancianos de las islas, por eso es necesario ir en su ayuda".
Eso mueve la intervención realizada a "Don Chindo", que el mismo religioso centra en sencillos pero valiosos objetivos: "Esperamos que don José pueda vivir de manera más digna, limpio, con comida, más querido simplemente". J