Industria del erizo sale al mercado agrícola
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Lo catalogan como un verdadero acierto en materia de conservación medioambiental: un grupo de comerciantes ligados al recurso erizo concretó un proyecto de compostaje en el sur de la provincia de Chiloé.
La apuesta que es pionera a nivel nacional se basa en someter a un proceso de tratamiento los importantes volúmenes de la cáscara de erizo que producen un total de catorce plantas. El parque industrial arroja cerca de 10 toneladas diarias. Una cifra considerable si se toma en cuenta que en el territorio chilote las fábricas no lograban utilizar estos restos, obligando a ser llevados a un vertedero industrial.
Para muchos actores, sobre todo del mundo empresarial, la idea de emplear lo que se consideraba un desperdicio aparece como un mundo por descubrir con insospechados resultados tanto económicos como desde un punto de vista sanitario.
El propósito final es generar como resultado un fertilizante de praderas que promete salir a la conquista del mercado chileno, fomentando aún más el rubro ligado a este recurso marino
La generación de este producto orgánico se concentra entre los meses de marzo y octubre, correspondiendo al período legal de explotación del erizo.
Antes de la concreción de esta iniciativa todos los residuos eran derivados a un vertedero ubicado en Chonchi, sin que exista una solución sanitaria de raíz que evite la contaminación ambiental en la comunidad, lo que además significaban costos por traslado, manipulación y depósito.
¿Cómo surgió esta idea? ¿En qué consiste el compostaje? Estas son algunas de las numerosas consultas que sale a explicar tanto técnica como didácticamente el ingeniero agrícola y presidente de la organización no gubernamental Quellón con Todos, Francisco Cárcamo.
orígenes
El profesional cuenta que la idea de emprendimiento se gestó hace un año, cuando aún se desempeñaba como jefe de área de Indap en Quellón.
"Se me acercó un grupo de empresarios del rubro ericero a manifestarme su preocupación por la problemática que le estaba afectando la industria con respecto a la eliminación de residuos y que en este caso es la cáscara de erizo", expone el también empresario cervecero.
A partir del ejercicio de su profesión vinculada al agro, el entonces funcionario público apoyado con un grupo de profesionales elaboró una propuesta construida desde el punto de vista técnico y científico.
Cárcamo comparte que "algo que se viene haciendo común en la comuna por parte de los dueños de las empresas es que retiran ese residuo y lo eliminan sobre las praderas como fertilizantes, pero hoy día la autoridad no lo permite porque genera olores y contaminación al medio ambiente".
Según se argumenta, el compostaje corresponde a un proceso de transformación de materia orgánica para obtener el compost o abono natural. Para ello, tres empresas de Quellón han logrado la aprobación del Servicio de Evaluación Ambiental de la Región de Los Lagos.
Con evidente orgullo, el asesor de las firmas ericeras enfatiza que "hoy día es un producto pionero, no hay una resolución similar en el país y eso le da un valor agregado a la industria a nivel provincial".
Previamente, el SEA acreditó desde un punto de vista científico que el compost no es nocivo y que no conlleva un mayor impacto al entorno.
La misma propuesta fue conocida por la Autoridad Sanitaria de Chiloé, ente que se informó acerca de todo el proceso que conlleva la transformación de los residuos del erizo, lo cual incluye el manejo y las condiciones en que se desarrolla esta fábrica de abono orgánico.
El ingeniero en alimentos Jaime Muñoz se suma al desarrollo de esta iniciativa. Recalca que tales restos "sufren una descomposición aeróbica, donde las bacterias que van a descomponer la cáscara necesitan oxígeno; la fase anaeróbica no se incluye en este proceso porque producen malos olores y que van a afectar el medio ambiente".
Suma que "después de la degradación de la materia orgánica, lo que se espera obtener es un alto porcentaje de cal que va a servir para regular el pH de la tierra".
La etapa decisiva se traduce en la excavación de una fosa de cincuenta centímetros de profundidad, donde finalmente se producirá el compost. El profesional cuenta que se habilita primeramente una membrana geotérmica que impedirá el contacto con la tierra mientras que toda la materia por descomponerse es envuelva en polietileno, protegiéndole de las aguas lluvias.
Entre 45 y 60 días deberán transcurrir para recién descubrir el abono y realizar los análisis de suelo y microbiológicos, antes de su utilización en los predios rurales. Se estima el tratamiento de un volumen equivalente a unas 50 toneladas de residuos en ese plazo.
EXPERIENCIA
70 personas trabajan en la planta procesadora de erizos Avecar ubicada en Curanué, comuna de Quellón, siendo una de las empresas que ya cuenta con la autorización del Servicio de Evaluación Ambiental.
Su propietario, Hugo Avendaño, afirma que hace más de diez años tomó la decisión de dejar las actividades en el mar, para dar paso a su propio emprendimiento empresarial.
El empresario reconoce que el hecho de ser parte de este proyecto pionero reviste un impacto favorable en el tratamiento de los desechos industriales.
"La importancia es enorme porque nos quitamos un peso de encima ante la Autoridad Sanitaria, donde se pensaba que era un producto que contaminaba, por lo tanto, estábamos expuestos a que nos cursen una infracción", menciona.
Avendaño vislumbra con que la producción de abono orgánico favorecerá ampliamente la actividad agrícola, confesando que el mismo, como propietario de predios rurales, podrá disponer de este producto en reemplazo de los insumos artificiales que se utilizan tradicionalmente en los campos de la zona.
"Yo también soy agricultor y resulta que voy a abonar mi campo porque es un abono orgánico", admite el industrial, sumando que esta oportunidad se presentará cada dos meses, una vez cumplido todo el proceso de transformación de sus propios desechos.
Junto a Curanué, la experiencia se repite en Santa Rosa y Estero Quellón, donde ya se trabaja en este naciente emprendimiento que tiene lugar en la comuna donde está el puerto de mayor movimiento de productos de mar del Archipiélago. J