Chilotes en el norte del país cuentan la tragedia
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Muchos inundados, algunos salvados milagrosamente y otros con escasez de víveres son los testimonios de chilotes que están viviendo desde hace algunos años en el norte y que han sufrido de cerca el desastre natural que en estos momentos mantiene consternado al país.
"Hemos tenido que lidiar con harto barro y con los vecinos hemos tenido que estar organizándonos bien por el tema del agua y para protegernos de la gente que está entrando a robar a las casas" es el testimonio de la castreña Paola Barría, quien vive desde hace dos años en Copiapó.
"A nosotros igual se nos metió un poco el agua a las casas y perdimos varias cosas, pero son cosas solamente materiales y, gracias a Dios, los que vivimos en la casa estamos todos bien y con buena salud", recalca la chilota.
El tema más complicado, advierte Paola, es el de abastecimiento de agua potable. "Un bidón de 20 litros, por ejemplo, antes costaba 2 mil pesos y ahora lo venden a 8 mil", cuenta.
La transportista de minería hace un llamado a la solidaridad de Chiloé, detallando que "en el condominio donde vivimos hay hartos bebés, de meses solamente, que, por ejemplo, no tienen pañales y hemos salido a buscar por los negocios y no hemos podido encontrar".
En el caso de Carla Toledo, periodista avecindada en la Región de Atacama desde hace cuatro años, milagrosamente el agua de la inundación llegó a cinco metros del predio donde vive. "Nosotros estamos a 7 kilómetros de Copiapó, en el sector de Chimonate, donde quedó todo inundado, menos mi parcela", testimonió.
Agregó la profesional que "este es el cuarto año que estamos acá y yo vi ese río siempre seco y el caudal que traía ahora era tremendo, inundando mucha superficie". Pese a haberse salvado del desborde, Carla y su familia quedaron aislados, aunque por ahora no han sufrido desabastecimiento.
"No hemos podido salir por el barro y aunque han venido máquinas a sacarlo, inmediatamente se vuelve a llenar", añade, advirtiendo que ha tenido que contactarse con el resto de su familia allá solamente por teléfono e internet.
En calama
Romina Chávez es una ancuditana radicada en Calama hace un tiempo y relata que "fueron unas lluvias terribles, casi como las más fuertes que se ven en Ancud y en la parte norte de la ciudad estuvo sin luz casi todo el día, con las calles inundadas y las casas mal, porque no están hechas para la lluvia".
La isleña aseveró que en la capital de la provincia del Loa "se paralizó todo, los colegios, los consultorios y quedó solo funcionando el hospital del centro, incluso se suspendió la atención en el mall donde trabajo".
Al igual que otras casas calameñas, la de Romina no resistió el inusual fenómeno atmosférico. "Se calló un pedazo del techo y el agua estaba por todos lados; solo una pieza no se llovió y ahí estuvimos durmiendo", apuntó.
Acusa también que los supermercados alzaron los precios de los productos más básicos, como los fideos, el arroz o el agua. J