Encuestadores revelan los vicios del Censo del 2012
VÍCTOR SALAZAR M./ AGENCIAUNO
CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO
rAÚL BRAVO
'No podemos recomendar estos datos para su utilización en políticas públicas', fue la frase con la que la directora del INE, Ximena Clark, resumió las lapidarias conclusiones sobre la tercera y última auditoría efectuada al Censo 2012, que registró una tasa histórica de personas no encuestadas.
Francisco Rebolledo (27) vive en Talca y participó del proceso como censista. Su región, el Maule, registró la menor omisión del país (7,6%), sin embargo, hoy confiesa que 'era un secreto a voces que la forma como lo hacíamos no permitía terminar y hacer un buen trabajo, por lo que había que recurrir a algunos vicios para sacarlo adelante'.
'Diría que en la primera semana, el levantamiento se hizo a conciencia, pero se dieron cuenta que era lento. Ahí empezaron las presiones. Si hasta el mismo director regional del INE (Francisco Sanz) nos juntó un día y nos dijo que su objetivo era salir dentro de los primeros lugares en cuanto a cantidad de casas censadas', recuerda.
En su opinión, lo anterior gatilló que muchas viviendas fueran marcadas como 'desocupadas', pese a que sí vivía gente: 'Había que producir, no importaba cómo. Nos daban un promedio de 10 minutos por casa, independiente de la cantidad de gente (...) Algunos anotaron a todos, pero no hacían todas las preguntas o derechamente no se entraba a la casa y se ponía 'desocupada' (...) Sólo importaba la cantidad y no la calidad'.
En ese sentido, Rebolledo recuerda que en el caso de las viviendas cuyos moradores no estaban 'había que dejar una notificación indicando el día en que se volvería a pasar. Al tercer aviso se declaraba deshabitada'.
'El problema es que los jefes ni pescaron las fechas y pasábamos sin avisar. ¡Obviamente iban a estar vacías, porque muchos estaban trabajando (...) La instrucción era no dejar más avisos (...) Todo se chacreó. También se perdieron portafolios. Yo tuve que ir a censar un block de departamentos completo de nuevo', añade.
Tal como Rebolledo, Felipe Meneses (31) necesitaba trabajar y un amigo le comentó que en la sede de su comuna, Renca, necesitaban censistas. 'Fui un viernes a preguntar, me inscribieron, hicieron un contrato y dijeron 'empiezas el lunes a las 9 de la mañana'', indica.
'Ahí me explicaron el proceso, me mandaron con una encuestadora el primer día y después yo solo. Esa fue mi capacitación (...) En sí era muy simple. El problema era cuando la gente no estaba en su casa o estábamos en zonas donde había que hacer vista gorda (sic) por lo riesgoso y nos decían 'hagan menos preguntas para que lo saquemos rápido y no tengamos que volver'', cuenta.
A su juicio, lo ocurrido con el Censo 2012 'es una falla humana'. De hecho, 'yo tenía compañeros que me decían que inventaban los datos, se iban a carretear y llegaban con las carpetas hechas. Eso se daba mucho'.
'Yo también hice cosas así. Había preguntas que eran sobre la construcción de la casa. Cuando yo iba a una villa donde todas las casas eran iguales, me saltaba esas preguntas y rellenaba con las respuestas de una sola. Así terminaba más rápido y me podía ir a almorzar a la casa', admite.
Y añade: 'A veces, si había una persona en una casa y el resto no estaba, esa persona tenía que responderme por todos. Y si en una casa donde vivían diferentes familias, la señora no se sabía los nombres del resto, yo rellenaba con nombres inventados (ríe)'.
'Había otra consulta sobre las etnias. Había gente a la que no se la hacía porque se notaba que no pertenecían a una, ya sea por el aspecto o por apellido... otros decían que sí y no eran ni mapuches', sostiene.
Este tipo de vicios también fue conocido por Constanza Vargas (25), censista en el sector de Agua Santa y Recreo, en la zona alta de Viña del Mar, quien declara haberse sorprendido con los resultados del Censo 2012.
'En mi caso, tomando en cuenta que era algo para el país, me lo tomé súper responsable (...) Yo consideraba que todos habían trabajado de la misma manera que yo (...) Pero, así como en el trabajo hay gente que saca la vuelta, lo mismo sucedió aquí', afirma.
Aunque el grupo con el que compartía 'era muy comprometido', la joven -cuya madre también participó- admite que muchos le decían ''para qué voy a hacer esto, si me van a pagar igual' o 'caminaré hasta ahí nomás' en zonas donde las casas están alejadas'. J
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