Por dos días, la fiesta costumbrista de Castro se volvió a coronar como la más grande.
l M. Eugenia Núñez G.
No sólo cuentas alegres por su alta convocatoria sacaron los organizadores de la trigésima quinta versión del Festival Costumbrista Chilote, sino también porque su principal objetivo, el de preservar y rescatar la cultura insular se cumplió a cabalidad, gracias también a la colaboración de los propios cultores campesinos.
"Este año se hicieron algunos cambios que fueron muy bien recibidos por el público como fue la distribución de los módulos, creando una mixtura que logró que la gente disfrute aún más su recorrido por el parque", expresó Héctor Caripán, encargado de la oficina municipal de Turismo, organizador del evento.
Asimismo, la fuente puntualizó que esta muestra es una de los más tradicionales del país, entre otras cosas porque mantiene viva sus raíces patrimoniales.
"Este festival conserva súper bien los cuatro elementos característicos de la provincia y de un alto valor cultural, como son la gastronomía, folclor, productos agrícolas y artesanía, lo que incluye las faenas tradicionales que aún se mantienen intactas en los campos", agregó el profesional.
Lo anterior fue avalado por los propios cultores, quienes con mucho esfuerzo luchan por conservar intactos sus oficios en pleno siglo XXI. "Por una parte estamos recordando lo que hacían nuestros antiguos y por otra estamos mostrando cómo en el campo se corta la leña y como se hacen las bases para las casas", aseveró Juan Calixto, del sector de Hueico, a cargo de la aserradura a brazos.
"Los oficios son una de las cosas más valiosas de las costumbres del chilote, por ejemplo para la trilla y aventadura se necesita la ayuda de mucha gente y de esa forma estamos invocando la minga, la solidaridad", acuñó el vecino de Tey a cargo de este oficio, Edgardo Nito Andrade.
"El festival permite dar a conocer la literatura isleña y a su vez a los autores. Las ventas nos acompañaron y eso se agradece", dijo Marcela Zabaleta, que lleva junto a su madre, la escritora Sonia Caicheo, 30 años participando con esta iniciativa. J
l Estímulos consistentes en un diploma, un escudo tallado y dinero, entregó el municipio local a los expositores que participaron de la XIII Feria de la Biodiversidad. El castreño Julio Azocar con su emprendimiento de hidromiel se ganó el reconocimiento a la innovación. María Chiguay artesana en fibra vegetal obtuvo el premio a la representatividad de la feria, el artesano en madera Luis Muñoz del sector Diañ de Curaco de Vélez al de la presentación de módulo y José Fuentes de Ancud, el premio a la optimización de recursos por su curanto en conserva.