Testigo recuerda la ejecución de los sicópatas de Viña
A casi 28 años de la aplicación de la última pena de muerte en Chile, el periodista Alfredo Villalobos Silva, que presenció el fusilamiento, entrega un crudo y emocionante relato.
"Después del fusilamiento, había gente que estaba esperando a las personas que fueron testigos. Llegaron familiares que lloraban junto a los que vieron la terrible ejecución. Fue algo muy fuerte y uno sabe que, como periodista, debe estar preparado para todo, pero esto nos superó y a mí se me quedaron grabadas las imágenes por varios días, incluso llegué a soñar, a tener pesadillas", relata el periodista Alfredo Villalobos Silva, uno de los reporteros que fue testigo presencial de la muerte de Carlos Alberto Topp Collins y Jorge Sagredo Pizarro, los sicópatas de Viña del Mar.
La ejecución ocurrió en la madrugada del 29 de enero de 1985, en el ya desaparecido edificio de la Cárcel de Quillota, que se ubicaba en el centro de esa ciudad.
El fusilamiento revolucionó a toda la comuna, ya que el caso de los sicópatas de Viña del Mar había mantenido expectante a todo Chile, ya que los acusados habían matado a 10 personas y violado a cuatro mujeres. Sus crímenes sumieron a toda la ciudad en el miedo y la desesperación. Los asesinatos fueron ejecutados entre 1980 y 1982 y el caso policial llegó a su fin con la detención y posterior fusilamiento de los implicados, en 1985.
Hoy, la historia de los sicópatas de Viña está de vuelta en el imaginario colectivo, a propósito de una película y, sobre todo, del próximo estreno de la teleserie "Secretos en el jardín", inspirada en los sucesos de los años "80, que Canal 13 estrenará el próximo domingo 24 de noviembre.
sin cámaras
sin cámaras
En esa época, Alfredo Villalobos era el corresponsal del diario La Nación en la región y además colaboraba con el diario La Estrella de Valparaíso. Había cubierto el caso mientras trabajaba como reportero del canal UCV, por lo tanto, manejaba muchos antecedentes acerca de los sicópatas de Viña del Mar y fue acreditado para presenciar el fusilamiento, junto a otros colegas. Posteriormente, Villalobos se especializó en periodismo deportivo, pero el participar de este histórico hecho lo marcó profesionalmente para siempre.
"Se presumía que el fusilamiento tendría que ser en la madrugada, ya que no nos dieron una hora fija. Nosotros llegamos al mediodía a Quillota, para cubrir todo lo que estaba pasando. La ciudad estaba revolucionada. Muchas personas habían convertido sus casas en residenciales para los equipos periodísticos y toda la gente que llegó a esta doble ejecución", recuerda el profesional.
Villalobos fue uno de los primeros en ingresar a la Cárcel de Quillota, donde se realizaría el doble fusilamiento: "Como estaba acreditado por La Nación, que era un medio de Santiago, me pasaron como en el tercer lugar".
"El edificio era muy oscuro, vetusto, ya que era una prisión que había sido desalojada hace años, lo que proyectaba un ambiente bastante tétrico. Nos recibió el director general de Gendarmería, de apellido Novoa, que era muy joven. Nos pedían nuestros antecedentes y después nos hicieron sacarnos la ropa y ponernos un uniforme. Nos entregaron un papel y un lápiz grafito. Nadie podía llevar grabadoras, ni menos cámaras fotográficas", relata Villalobos.
EXPULSADO POR CURADO
EXPULSADO POR CURADO
Uno de las anécdotas que recuerda el periodista de aquel momento histórico -aquella fue la última vez que se ejecutó un castigo de pena de muerte en Chile- fue la expulsión de un reportero por encontrarse con "hálito alcohólico". "El colega había llegado temprano y se fue a tomar unas copas, seguramente para relajarse. Se le pasó la mano y el director general de Gendarmería lo expulsó del lugar", explica Villalobos.
El salón de los periodistas se fue llenando lentamente. Esperaron desde las nueve de la noche a las tres de la mañana, hora en que fueron sacados de la sala.
"Nos formaron en fila india y nos trasladaron por unos pasillos muy lúgubres. Gendarmería iba filmando todo el proceso, desde la entrada. Nos sentaron en una galería y estaba todo acomodado como si fuera una obra de teatro. Estaba preparado muy minuciosamente y el silencio era absoluto, se sentían los nervios de todos los testigos, que además de periodistas, eran jueces y abogados. Eran como 50 personas", recuerda.
El lugar de la ejecución era una antigua cancha de básquetbol. Ahí estaban las dos sillas con respaldos altos, iluminadas con focos. "Nadie hablaba nada y después de algunos minutos, se comenzaron a sentir los rezos que emitía el cura que acompañaba a los dos condenados. Sagredo y Topp Collins aparecieron engrillados de pies y manos, con la vista vendada. Los sentaron en sus sillas y les pusieron un círculo en su pecho, donde debían apuntar los fusileros", continúa.
Después apareció el pelotón de fusilamiento. Alfredo Villalobos recuerda que venían trotando, "pero sin provocar ningún ruido. Llevaban zapatillas y venían a cargo de un oficial".
Los fusileros se instalaron en dirección diagonal frente a los dos condenados. "En cuestión de segundos, el oficial bajó el sable y se sintió la detonación de los fusiles. Deben haber sido cerca de las cinco de la mañana. Después entró el médico y comprobó la muerte inmediata de Topp Collins, no así la de Sagredo, que empezó a convulsionar y sangraba mucho de su pecho, ensuciándose toda la camisa. Se realizó un intercambio de palabras del oficial, un superior y el médico. El doctor inspeccionó a Sagredo y comprobó que había fallecido. No se efectuó tiro de gracia", añade el testigo de la ejecución.
compasión
compasión
Luego del fusilamiento, las autoridades comenzaron a retirar a los periodistas. Afuera del recinto se encontraba gente esperando a los testigos de la ejecución. "Eso me llamó mucho la atención, ya que a las personas las esperaban familiares y muchos se abrazaron y se quebraron. Lloraban muy emocionados. La gente se compadecía de nosotros, por haber sido testigos de la doble ejecución", rememora el profesional.
Villalobos salió rápidamente y comenzó a despachar para La Estrella, que en esa época salía en la tarde: "Yo ya había ubicado un teléfono y desde ahí relaté, junto a otros colegas, todo lo que había visto".
Para el periodista, el haber sido testigo presencial del fusilamiento fue "un triste privilegio. Se sabe que los periodistas deben estar preparados para todo, pero la ejecución de estas dos personas ha sido lo más fuerte que pude ver en mi carrera".
Con el pasar de los años, Alfredo Villalobos se dedicó de lleno al periodismo deportivo, sin embargo, el haber reporteado el caso de los sicópatas de Viña del Mar lo ha perseguido durante toda su vida.
"Hace poco tiempo tuve el privilegio de participar en la película "Pena de muerte", del director Tevo Díaz. Ahí hice la voz en off de narrador, además de aparecer en varias ocasiones en archivos de la época, conseguidos en UCV-TV", cuenta.
A Villalobos, que no es partidario de la pena de muerte -pero sí de la cadena perpetua efectiva-, la imagen del fusilamiento lo persiguió durante años. "Yo soy periodista deportivo y nunca pensé que iba a estar implicado en una situación así. Fue bastante duro, pero logré contenerlo pensando que era parte del trabajo periodístico. Logré contener la emoción por mi sentido profesional. Para mí fue una gran responsabilidad laboral, ya que me habían dado una gran confianza al permitirme estar ahí, acreditado", finaliza.
"Haber sido testigo presencial del doble fusilamiento fue un triste privilegio. La ejecución de estas dos personas ha sido lo más fuerte que pude ver en mi carrera profesional". Alfredo Villalobos, periodista.