El gran hachero de Chile acusa firme: "Acá los árbitros cobran todo"
Juan L. González, volante de Antofagasta, salió elegido por sus pares como el más rudo del fútbol chileno.
"A mucha honra", dijo el futbolista Juan Luis "Limache" González, el nuevo campeón nacional de las patadas, al ser consultado por su nuevo premio. Fue elegido, en una encuesta que abarcó a 75 futbolistas de la Primera A, como el hachero máximo de nuestro fútbol. Y González, actual volante tapón de Antofagasta, un rudo de organismo medio (178 centímetros), se emociona: "Bueno, es un reconocimiento especial, lo tomo con tranquilidad. Seguiré trabajando con la humildad de siempre".
Tiene 39 años, ha jugado únicamente en clubes regionales (La Serena, Cobreloa, Everton, Coquimbo, O´Higgns) y confiesa, un tanto avergonzado, que es un hachero imperfecto: "Es que nunca he fracturado a nadie". ¿Qué? "En serio. Jamás. Lo que pasa es que yo entro fuerte, meto la pierna con todo, pero nunca con mala intención".
-¿El fútbol chileno es muy delicado, "Limache"?
-El fútbol es de roce, compadre. Hay muchos a los que no les gustan las patadas y, bueno, que se dediquen a otra cosa.
Para "Limache" González la patada es una estrategia elemental. El hacha, dice, normalmente es para cortar leña; en el fútbol, se utiliza para cortar jugadas. Se refiere con orgullo al denominado "hachismo", una corriente que valora éticamente la chuleta. La clave, eso sí, es la lealtad: "Siempre ir al balón. Bueno, si hay hueso entre medio, ya es jugada de fútbol".
Los pitos blandos
El gran hachero condena a los árbitros. Dice que aquí se juega suave. Dice que uno pone un pancorazo táctico al rival y de inmediato suena el pito. "Cobran todo", alega. "Chis, y en la Premier League de Inglaterra se dan y se dan y no para el juego", agrega. Exige mano blanda para la patada decorativa que ocurre en mitad de cancha.
-En Argentina, en todos lados, se juega mucho más fuerte. Hay que dejar jugar.
-¿Los árbitros lo tienen en la mira?
-Me deben tener etiquetado. Pero yo juego leal. Hay partidos en que ni siquiera me ponen amarilla.
-Un verdadero logro…
-Gracias. Sí. Es que yo insisto: voy duro, toda la vida he ido duro, pero no lesiono.
Pide más relajo con el juego fuerte. Que no se cobre de forma neurótica, pide fluidez en la cancha. Se hace una autopregunta: "¿Qué quiere ver la gente en el estadio?". Se responde: "Juego dinámico. Y para eso no hay que cobrar cualquier cosa. Hay que tener criterio".
"Limache" González cree en la patada y en la maña. "La maña es súper útil", confiesa. Aconseja agarrar al rival antes de que le llegue la pelota. Cita, con emoción, a enormes hitos de la brusquedad. Menciona, con la voz un poco quebrada, a Raúl Ormeño y a Barraza, un destructor de fútbol que jugó en Coquimbo.
Cree en esas cosas, pero, sobre todo, el gran hachero de Chile cree en la pasión. Nunca en su vida ha metido un gol, pero en la mitad de cancha no se mueve una hoja sin que él no lo sepa. "Este premio me lo tomo con humor, con modestia y muy bien", culmina.