La milagrosa recuperación de talento quellonino de la música
Joven que ha integrado destacadas agrupaciones clásicas de Chiloé y el país dejó atrás una miocarditis que lo tuvo al borde de la muerte y por la que la comunidad de la ciudad puerto se volcó en su ayuda.
Héctor Andrés Arteaga Aguilar es un joven quellonino de 22 años, contrabajista talentoso, estudiante de quinto año de la carrera de Música en la Universidad Alberto Hurtado en Santiago. Hijo de Héctor e Isabel y con una hermana mayor, de 28 años, es nacido y criado en Quellón. Sus estudios básicos los realizó en la Escuela Eulogia Bórquez Pérez y la media en el Liceo Rayen Mapu.
Él no es distinto a cientos de miles de jóvenes de su edad. Salvo, quizás, por una experiencia de vida que significó tener un encuentro cercano con la muerte en octubre del año pasado, producto de una miocarditis aguda producida por un virus.
LA MúSICA
Héctor llegó siendo un pequeño de 12 años a integrar la Orquesta Sinfónica Juvenil de Quellón, después que funcionarios de la Corporación Municipal buscaran reclutar menores para el incipiente proyecto. Previo a eso jamás tuvo un fluido contacto con la música.
El mismo confiesa que "mi acercamiento a la música fue directamente con la orquesta en Quellón. Por el año 2005 o 2006 se hizo un proyecto a cargo del profesor valdiviano Christian Reyes, donde se formó una orquesta juvenil en Quellón. 'Nancho Pelo' (el profesor Hernán Rodríguez) que por esa época era el coordinador de la corporación buscaba niños en las escuelas para la orquesta; ahí me interesé inmediatamente".
Recalca este universitario que antes de ello ni él ni su familia tenían mayor afinidad con la música. Reconoce en este arte una suerte de llamado de atención y desde ese momento se comprometió con el tema. Los primeros pasos en la orquesta juvenil los dio con el director Reyes y su profesor de contrabajo, Gabriel Taubhy. Ambos fueron claves en el proceso de enseñanza y motivación de este chilote.
La elección del contrabajo fue, detalla Arteaga, porque "es un instrumento curioso en sí mismo. A la gente le llama la atención por lo grande que es, por la sonoridad. Me acuerdo que cuando empezó el proyecto a mí me llamó inmediatamente la atención el contrabajo. Un instrumento interesante, no muy común. Un buen desafío y fue el primer instrumento que aprendí a tocar".
El isleño reconoce y valora la experiencia en la Orquesta Juvenil de Quellón. Eso lo llevó a adentrarse en lo que hace actualmente. "En el fondo yo me dedico a la música y toco el instrumento que desde esa época elegí. Considero que esa orquesta, esa institución, es un excelente medio para entregar valores, para promover la superación personal, para hacer vínculos de amistad y ganar autoestima. Dedicándose a la música o no, los participantes de las orquestas juveniles, está comprobado, tienen un futuro laboral mucho más exitoso, porque se desarrollan habilidades que no enseñan tanto en las escuelas", subraya.
Tras su paso por la agrupación insular, se traslada a Santiago a estudiar y perfeccionarse en la UAH. Allá comienza a tocar con la Orquesta Nacional Juvenil hasta el año pasado, con la cual participó en muchos conciertos y giras. "Tuve que abandonar ese proyecto por los problemas de salud que tuve. En esa orquesta la renovación de puestos son anuales, por concurso. Obviamente, no pude concursar para este año, por ende, estoy fuera, pero espero volver el 2017, ya recuperado y con ganas de seguir tocando", confiesa.
La crisis
El 21 de octubre del año pasado Héctor comenzó a estar mal. Tras unas molestias en su pecho y sentirse cansado, un amigo le recomendó que acudiera a un centro de salud. Al primero que se dirige es a un SAPU (Servicio de Atención Primaria de Urgencia) cerca de donde vive en la capital. Desde ese lugar, producto de la condición en que se encontraba, fue llevado al Hospital de Urgencia Asistencia Pública.
En la ex Posta Central fue ingresado de urgencia y al poco rato Héctor perdió la conciencia. Debieron pasar seis días para que se recuperara. Cuando eso sucedió estaba en otro sitio, la Clínica Las Condes.
"Cuando yo estaba internado en la Posta, el director ejecutivo de la Fundación de Orquestas Juveniles, en ese entonces Walter Valdebenito, fue a ver cuál era la situación y esta era, honestamente, muy grave", reconoce Arteaga, añadiendo que tal personero tomó contacto con el Ministerio de Salud para que pudiera ser derivado rápidamente a un establecimiento en el cual se le salvara la vida, ya que el recinto público no contaba con los medios adecuados para hacerlo.
En la clínica le practicaron una cirugía cardíaca. "Lo que hicieron fue instalarme una máquina extracorpórea, que acá se le conoce como corazón artificial, y en el fondo eso es. Aparte de eso, me hicieron una biopsia al corazón para saber qué era lo que sucedía. El pronóstico tras la intervención era complicado", manifiesta y añade que existían varias situaciones que podrían darse y ninguna era muy esperanzadora. "La primera era la muerte, obviamente otra era que necesitase un trasplante de corazón si es que mi corazón no respondiera al tratamiento", comparte.
Una vez que el pronóstico fue mejorando y cuando se encontraba más estable, surgió la interrogante de cómo sería su despertar del coma al que había sido inducido. "Si tendría alguna secuela neurológica, si perdería movilidad de alguna parte del cuerpo… todo eso se fue barajando mientras estuve internado", señala Héctor. El quellonino estuvo vinculado a la máquina que lo mantuvo con vida cerca de diez días.
Luego de ese período fue desconectado no sin que antes le realizaran otra operación para esos efectos. "Mi corazón comenzó a reaccionar bien, también los otros órganos que estaban afectados, por ende, me trasladaron de coronaria intensiva a cuidados intensivos. Ahí me mantuvieron estable", asevera.
Su paso por los distintos establecimientos hospitalarios se extendió hasta fines de noviembre de 2015. En esos días fue dado de alta en la Asistencia Pública, lugar al cual retornó desde la Clínica Las Condes. Así comienza el fin de esta pesadilla que le tocó vivir. Luego vino un período de tratamiento kinésico.
Agradecido
Arteaga hace un reconocimiento a toda la gente involucrada en su atención. A los equipos médicos de los lugares donde estuvo hospitalizado, no solo por su actuar profesional, sino que también por la calidad humana de los mismos. Imposible para él no incluir en sus agradecimientos a la gente de Quellón, a sus amigos, a sus compañeros de las orquestas de las que ha sido parte.
Agradece la movilización de la comunidad en su favor: "Aquí en Quellón se hicieron campañas muy exitosas. Mucha gente apoyó, no solo monetariamente, sino que brindando apoyo moral a mis papás. Estoy muy agradecido de la comunidad por todo lo que hicieron".
No siente que está viviendo una nueva vida ni se considera un resucitado. Sabe que estuvo cerca, pero no le sorprendería estarlo de nuevo. "Fue un incidente que ya pasó. Eso sí me ayudó a darme cuenta del apoyo que tengo yo y mis papás. Uno tiene que enfocarse después de estas cosas en volver a hacer su vida nomás", expone.
Hoy este admirador de grandes contrabajistas como Catalin Rotaru y Božo Paradžik y amante tanto de la música clásica como de lo popular chileno se encuentra en Quellón listo para emprender su regreso a Santiago a continuar sus estudios de música y dirección orquestal.
Sobre su salud indica que "estoy de alta, porque estoy fuera del hospital, sigo con un tratamiento fonoaudiológico por un problema que mantengo en mis cuerdas vocales, tras una parálisis que tuve, pero estoy recuperándome. Terminé el tratamiento kinesiológico y ahora debo hacerme controles con el cardiólogo y el otorrinolaringólogo. Ojalá me den pronto el alta definitiva y pueda retomar mi vida completamente normal. Hoy ya me siento muy bien".
Un final feliz para un episodio que le puede pasar a cualquiera y que bien pudo haber cambiado dramáticamente los sueños de un joven músico que ama lo que hace y sabe que este arte es su vida.
"La primera era la muerte, obviamente otra era que necesitase un trasplante de corazón".
"Terminé el tratamiento kinesiológico y ahora debo hacerme controles con el cardiólogo y el otorrinolaringó-logo".